Miradas al suelo, lágrimas, tristeza, incredulidad y deseos de justicia de los vecinos de Xiadás, la aldea de Boqueixón -concello limítrofe con Santiago- donde se crió Ana María Enjamio, que ayer fue enterrada tras ser asesinada a puñaladas en la madrugada del viernes, de las que el principal sospechoso es un compañero de trabajo con el que mantuvo una relación.
Medio millar de personas acudieron ayer al entierro celebrado en la iglesia de Santa María de Graxar, su parroquia del concello de Boqueixón, originaria también de la familia del futbolista del Atlético de Madrid y de la selección española Fernando Torres. "Aquí somos muy pocos vecinos y los sientes a todos como si fuesen de casa. Es como si le pasase a mi familia", se lamentaba Fuentes, un vecino de los padres de la víctima, antes de que el cortejo fúnebre llegase, casi con el ocaso, al cementerio.
Al acto acudieron también los jugadores del club de fútbol Arzúa, en el que jugaba el hermano menor de la joven asesinada el pasado viernes y que suspendieron su partido tras conocerse el asesinato.
Su autobús aparcaba en Xiadás minutos después de que lo hiciese el coche fúnebre procedente del tanatorio compostelano de Boisaca, donde se celebró una misa a primera hora de la tarde.
Fue allí donde se produjeron los momentos de más dolor, con llantos y rostros compungidos.
Tras el oficio religioso, los asistentes dieron un aplauso en señal de cariño a la víctima, que estrenaba su primer trabajo en una filial de Citröen y fue apuñalada en el portal de su casa cuando regresaba de cenar con sus compañeros, entre los cuales se encuentra el posible agresor, detenido por la policía ayer en un hospital tras intentar suicidarse.
El silencio a la llegada del ataúd resultó sobrecogedor entre los familiares, amigos y vecinos que quisieron estar presentes en la despedida de la joven. El silencio fue roto por la invitación de alguno de ellos a la prensa para que abandonase el lugar y así poder despedir a la víctima con la mayor intimidad posible.
Las caras de estupefacción eran mayoritarias tras un asesinato que segó la vida de una chica de 25 años "que era muy buena, como toda su familia", según contaba un vecino. "Ves crímenes de estos en la televisión y siempre son lejos, no te crees que te va a tocar al lado de casa, pero tocó", añade Fuentes. A su lado, tres vecinos más asienten sin levantar la vista del suelo.
