La policía le devolvió la libertad. Ahora es testigo protegido. Fue abandonada a su suerte en Libia tras saber que estaba embarazada y obligada a prostituirse en Ourense tras una odisea de más de tres años. En la ciudad de As Burgas estuvo empadronada en la casa de un funcionario del Concello que pasó unas horas detenido. Recorrió casi 12.000 kilómetros bajo el control de la red. Padeció de todo: viajes por carretera atravesando África, fue vendida en un campo de refugiados, rescatada en alta mar cuando llegaba a España en patera y obligada a vender su cuerpo para saldar una deuda de 30.000 euros por el periplo.

La operación, llevada a cabo hace varias semanas y dirigida por Extranjería de Madrid, se saldó con cuatro detenidos: dos en Sevilla, uno en Bilbao y el funcionario ourensano. La Policía lo citó a la comisaría y le comunicó su arresto por empadronar a la mujer en su casa para que pudiera residir y acceder a beneficios sociales. El empleado municipal pasó unas horas en calidad de detenido y quedó en libertad (su citación se remonta a enero). Alega que lo hizo como un acto humanitario para ayudar a una vecina que pasaba una mala situación.

La investigación comenzó cuando los agentes de Ourense detectaron la presencia de una nigeriana que podía ser víctima de explotación sexual. Llevaba unos dos años en el club Edén, en la zona histórica. El propietario ya ha fallecido.

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Las primeras pesquisas determinaron que detrás de la explotación había "una organización que contaba con captadores, personas próximas a los responsables y de su total confianza, que se encargaban de buscar a jóvenes en situación de absoluta necesidad en los barrios más deprimidos de Benín City, a las que engañaban con promesas de trabajos bien remunerados en Europa", según un comunicado de la policía.

Supuestamente, a la víctima liberada en Ourense le ofrecieron viajar hasta Bélgica con la promesa de contraer matrimonio con un hombre adinerado, lo que le aseguraría un futuro y la obtención de los documentos necesarios para residir legalmente en la UE. Aceptada la propuesta y antes de abandonar Nigeria, la mujer "fue sometida a rituales de vudú estableciéndose una especie de contrato en virtud del cual la organización se comprometía a llevarla hasta el destino previamente acordado y a costear todos los gastos generados por el viaje".

Asimismo, ella juraba lealtad a sus explotadores, comprometiéndose a no escapar ni denunciarlos a las autoridades, así como a pagar la deuda de su viaje.

Junto a otras 8 mujeres más, comenzó un largo viaje por vía terrestre que la llevaría desde Nigeria hasta Libia, atravesando Níger y Argelia. Las chicas iban acompañadas por otro miembro de la trama, el "pasador", que también se encargaba de "aleccionarlas sobre su modo de comportarse". Una vez en Trípoli la víctima fue examinada por un médico que la informó de que estaba embarazada. Tras negarse a abortar, fue abandonada a su suerte en Libia. Desde allí fue como pudo a Zuara, una localidad del país, cerca de la frontera de Túnez. Viajó a Argelia con la ayuda de un compatriota.

Más tarde se dirigió a Marruecos con documentación falsa y un billete de autobús que le habían facilitado. La odisea acabó ahí. Se instaló en un campamento de refugiados donde fue vendida a otro miembro de la red que la llevó a Tánger para esperar el momento oportuno para embarcar en una patera con destino a España.

La embarcación fue rescatada en alta mar y trasladada a Algeciras, donde la mujer ingresó en un centro asistencial. La víctima recibió una llamada de su explotadora en la que le daba instrucciones precisas para dirigirse al lugar en el que sería recogida por otros dos miembros de la organización, que la trasladaron hasta la localidad sevillana de Camas, después a Málaga y, finalmente, al que sería su lugar de destino en Ourense. En la ciudad de As Burgas la mujer fue informada de la deuda y fue obligada a prostituirse.