Portugal lucha desde la noche del sábado contra una de las mayores tragedias forestales a las que se ha hecho frente. Una tormenta eléctrica desencadenó un pavoroso incendio en el término municipal de Pedrógão Grande , situado en el distrito de Leiria -centro de Portugal- que se cobró la vida de al menos 62 personas, víctimas que se vieron atrapadas en sus hogares, vehículos o incluso campo a través en un intento de huir de la ferocidad de las llamas. Fuentes oficiales sostienen que fue un rayo el desencadenante del fuego, que se inició en la aldea de Escalos Fundeiros y pronto se extendería sin piedad a otras localidades de Leiria. Gran parte de los fallecidos, en su mayoría turistas, se vieron acorralados en la carretera que une Figueiró dos Vinhos y Castenheira (próximos a Pedrógão Grande), donde cerca de treinta personas perdieron la vida calcinadas en sus vehículos o en el arcén del vial en un último intento por buscar una salida y proteger a sus familiares de la catástrofe tildada por el propio primer ministro luso, Antonio Costa, como "la mayor tragedia de víctimas humanas" de los últimos tiempos. Y es que no se descarta que el número de fallecidos se incremente con el paso de las horas. Los cadáveres todavía no han podido ser identificados y se desconoce cuánta gente podría circular por la devastada vía convertida por un momento en una auténtica ratonera sin salida. El número de heridos fue variando a lo largo de las horas sumando más de medio centenar de afectados por las lapas o inhalación de humo, entre ellos cinco se encuentran en estado grave: cuatro bomberos y un niño, y una veintena de viviendas cercanas han quedado destruidas.

Al cierre de esta edición todavía eran cuatro los focos del incendio que permanecían activos ayudados en gran manera por el fuerte viento, el calor -las temperaturas rondaron toda la jornada los 35 grados- y la tormenta que se mantuvo durante toda la jornada. El presidente de la Liga de Bomberos de Portugal, Jaime Marta Soares, explicó que las llamas avanzaron "más rápido" de lo que se creía, avivadas por el viento y las altas temperaturas, y se propagaron de forma "que no tiene explicación". Portugal desplegó 687 efectivos de Setúbal, Coimbra y Lisboa para controlar las llamas y conseguir acceder a zonas en las que no se descarta que haya más víctimas. Prácticamente desde el inicio del dispositivo, en el que han llegado a trabajar más de 1.000 efectivos llegados de varios países, se descartó la criminalidad del suceso y se apuntó a causas naturales. "Encontramos un árbol que fue alcanzado por un rayo", relataba el director nacional adjunto de la Policía Judiciaria, Pedro do Carmo. Medios aéreos de España y Francia se sumaron también a la lucha contra un incendio forestal "sin precedentes" en el territorio portugués. Varios medios del país apuntan a que no será hasta pasados varios días cuando se pueda identificar a los cadáveres.

El paso de las horas no fue aminorando la inclemencia del fuego, sino que se extendió a otros distritos. Según informó el periódico luso Jornal de Noticias, a última hora de ayer las llamas habrían alcanzado al distrito de Castrelo Branco, limítrofe con la provincia de Cáceres.