Visto para sentencia. Dilucidar si la muerte del exbatería del grupo Los Piratas, Javier Fernández, fue fruto de una actuación negligente por parte del guardia civil R. L. A., que le disparó en agosto de 2015 cuando sufría un brote psicótico, está ahora en manos del magistrado del juzgado de lo Penal número 2 de Pontevedra y juez decano de la ciudad, Miguel Aramburu.

La vista oral llegó ayer a su fin tras una última tanda de testificales y la exposición de las conclusiones definitivas de las partes, que apenas modificaron un ápice las tesis que defendían al inicio del juicio el pasado viernes.

Es el caso de la Fiscalía de Pontevedra, que tan solo modificó su escrito de conclusiones para insistir en que el guardia civil acusado no incurrió en "ningún tipo de delito" y para especificar que, de forma subsidiaria en el caso de que el magistrado considerase que sí merece algún reproche penal, este debería ser por un delito de homicidio por imprudencia leve con la eximente de legítima defensa a terceros, al entender que disparó a Javier Fernández para frenar un ataque que ponía en peligro la vida de su compañero de patrulla.

Para el fiscal, el guardia civil acusado "obró en cumplimiento del deber" cuando aquella aciaga mañana disparó a Javier Fernández en el momento en el que supuestamente atacó y agredió al segundo agente con varios utensilios de cocina en la mano, entre ellos un tenedor y un cuchillo. El fiscal destacó que, en todo momento, guardias civiles y sanitarios "intentaron tranquilizar" al ahora fallecido y que considera un "argumento falaz" la posibilidad de que, una vez fuera de peligro la mujer y el bebé de Javier Fernández, lo hubieran dejado solo para que se tranquilizase marchándose del lugar: "Había una persona con un brote psicótico y podría agredir, como de hecho lo hizo previamente, a su mujer". "Había necesidad de atenderlo para que no estuviese en disposición de hacer daño a terceros o a sí mismo" y afirma el fiscal que esa fue la intención de los agentes y de los sanitarios.

Lo que ocurrió es que, finalmente, la situación se complicó y al acusado "no le quedó otro medio para parar la agresión" que emplear su arma reglamentaria, sin intención de matar, disparando a las piernas para intentar reducirlo pero con el problema de que el disparo alcanzó el abdomen. La acusación particular, no obstante, sí ve una intervención desproporcionada o, cuando menos, "imprudente" por parte del guardia civil.

El abogado de la viuda, Gerardo Gayoso, no dudó incluso en dar un titular para resumir el juicio y con el que ilustrar esa desproporción en la fuerza empleada. Sería el de "pistola contra tenedor", en alusión a uno de los utensilios de cocina que el fallecido portaba en sus manos cuando atacó, en pleno brote psicótico, al guardia civil que trataba de calmarlo.