El pequeño Gabriel Cruz murió asesinado en la barriada de Las Hortichuelas, en Níjar "una o dos horas después de comer", según el informe ampliatorio de la autopsia que ya tiene en su poder el juez de Instrucción 5 de Almería, Rafael Soriano, lo que complica la situación de la autora confesa de la muerte y compañera sentimental del padre del niño. El Instituto Nacional de Toxicología revela que el menor murió apenas una hora después del secuestro a manos de Ana Julia Quezada, quien lo llevó a la finca familiar de Rodalquilar, a unos cinco kilómetros de la casa de la abuela paterna. El informe preliminar dató el deceso el mismo día de su desaparición, el 27 de febrero, y apuntó como causa de la muerte asfixia.

En su auto de ingreso en prisión, el magistrado Rafael Soriano sostiene que "resulta presuntamente incuestionable la participación" de Quezada en la muerte del menor y asegura que de su comportamiento "se infiere una malvada voluntad dirigida especialmente a asegurar la comisión del crimen".

Premeditado

Indica que, como parte de ese "macabro plan criminal", Ana Julia se intentó dotar de una coartada haciendo labores de pintura en la finca de Rodalquilar, en Níjar, y que actuó supuestamente para tratar de "despistar a los agentes de la autoridad que practicaban la búsqueda" hasta encontrar el "momento" de "hacer desaparecer el cuerpo".

El juez instructor destaca que enterró su cuerpo sin vida en un "hoyo que previamente había hecho con una pala" y luego quiso deshacerse del cadáver en un invernadero de acuerdo a las intervenciones telefónicas practicadas y cuyo contenido está en una pieza separada.

"Las pruebas revelan, presuntamente, una falta de sentimientos y humanidad que ella misma ha calificado que, de ser ciertas, serían de pura crueldad", concluye para remarcar las "abrumadoras pruebas contra ella" no solo "porque ha reconocido el luctuoso suceso" sino también por las intervenciones acordadas judicialmente y a las pruebas recopiladas por la Guardia Civil.