La comunidad musulmana finalizaba ayer los tres días de rezos que establece su religión por la muerte del matrimonio formado por Abdlalk Hailas y su mujer, Sora, en la explosión del almacén pirotécnico clandestino de Paramos. Lo hacían en completa soledad, pues aseguran que, salvo otros musulmanes, nadie ha arropado su duelo en el pabellón de Macoca. "Nadie nos ha dicho lo siento mucho. Hay dos niños huérfanos, no necesitamos comida, pero sí abrazos, que vengan a estar con nosotros", dicen las amigas de Sora, reunidas para rezar por el matrimonio que falleció en la explosión de la pirotecnia de Paramos. "Mucha gente ha perdido sus casas y es muy grave, pero hay dos niños que se han quedado sin padres, y aunque musulmanes también somos de Tui. Nuestros hijos han nacido aquí. Es cuestión de humanidad ante una tragedia, no de religiones". Justifican el traslado del centro social de Guillarei a otro local no por apartarse del resto de las víctimas ni de los españoles, sino porque les dejaron unas dependencias debajo de las gradas en una zona donde la gente va a entrenar y ellos debían rezar.

Su mayor preocupación es quién va ayudar a los niños del matrimonio fallecido. "Son españoles y tienen sus derechos. Su tío no puede llevárselos a Algeciras. Lo mejor es que se queden en Galicia, pues si se van a Marruecos además de perder a sus padres perderán también los afectos que tienen aquí".