Una gran piedra que no acabó allí por casualidad. Todo lo contrario. Se colocó de forma consciente y "maliciosa". El agente de la Policía Local que se encargó de instruir el atestado por el accidente ocurrido en septiembre de 2014 en Vigo, cuando un ciclista quedó parapléjico tras impactar con una roca que se topó de forma sorpresiva justo tras realizar un salto en un sendero, explicó ayer en el juicio las conclusiones policiales tras la investigación. Una de ellas fue que esa piedra se puso allí con la intención de "causar daño". Estaba justo en la trayectoria de cualquier biker que hiciese ese trayecto. Y colocada de tal manera que, como le ocurrió al joven que sufrió la grave lesión medular, era imposible de ver hasta que el deportista estaba "en el aire". Y ya en esa posición, indicó el agente, no hay manera de sortearla. "Es imposible de evitar, ya no se puede corregir la maniobra", afirmó.

Este policía local compareció en la tercera sesión de la vista que se celebra esta semana en la Audiencia de Vigo por el fatal siniestro. Lo que explicó sobre ese 4 de septiembre es que recibieron la alerta del accidente del ciclista a las 19.28 horas. Aquella tarde, de forma previa, el 092 ya había sido avisado de otra incidencia en ese monte. Otros dos bikers se habían topado con árboles atravesados en un camino. "En ese momento pensamos que ambos hechos tenían relación", declaró.

Las cuatro personas que se sientan en el banquillo, el entonces vicepresidente segundo de la Comunidad de Montes de Valladares y tres trabajadores de la entidad, están acusados de colocar obstáculos para impedir o dificultar el paso de ciclistas por el lugar. El policía que instruyó el atestado insistió ayer en que la piedra con la que chocó el ciclista no pudo llegar a aquel sitio de forma accidental. "Se necesitaba una fuerza extrema para desplazarla; cuando la devolvimos a su lugar original, hicieron falta dos personas y una tercera tuvo que echar una mano", describió, añadiendo que además encontraron "marcas" de que había sido "arrastrada".

Esa roca ubicada tras el salto no fue lo único que se toparon los policías. Un poco más adelante había otras dos piedras que también "cortaban" el camino, justo al acabar una curva con peralte. "Estaban en un punto ciego, había que ser [un ciclista] muy experto para esquivarlas", dijo. Y más abajo estaban los "árboles cortados". "Interrumpían el paso", describió.

Los abogados defensores, con sus preguntas, insistieron en si la piedra pudo rodar hasta allí de forma accidental o sobre los riesgos de hacer el salto donde fue el accidente. Al respecto, el agente dijo que, para ciclistas acostumbrados a descensos con bicicletas preparadas, se trata de un desnivel "bastante asequible". Los letrados cuestionaron al policía sobre dos personas -que no eran los acusados- a las que se vio en la zona en un coche blanco, si bien éste contestó que no se logró identificarlas. El abogado de un acusado llegó a contactar con un detective, que también compareció como testigo, para tratar de arrojar luz sobre quiénes eran los ocupantes de aquel vehículo.

Junto al policía local y el detective, a lo largo de la mañana comparecieron más testigos, como otros ciclistas que ahondaron en que aquel sendero era utilizado frecuentemente por deportistas. "Yo participé en una carrera federada por ese vial", afirmó uno. El juicio continúa hoy y mañana con más testigos y los peritos. Los acusados negaron el lunes haber colocado los obstáculos.