Desde la desaparición de Diana Quer, su madre y su hermana han vivido un auténtico infierno, paliado en parte con la aparición del cadáver 500 días después en una nave de Rianxo. La reconstrucción de los hechos las llevó a desplazarse estos días a A Pobra, donde todavía tienen su casa de veraneo para "poder mirar a la cara al asesino de mi hija", según expresó ayer Diana López-Pinel.

Su llegada a la zona fue el momento más tenso de la jornada y se vivió sobre las 12.00 horas en A Pobra do Caramiñal. Todavía en plena reconstrucción de los hechos, y con José Enrique Abuín Gey muy cerca, Diana López-Pinel y Valeria Quer se presentaron en la zona y trataron de acceder al lugar donde se encontraba el presunto asesino de su hija.

Durante unos minutos que se hicieron largos trataron de persuadir a los agentes del cordón policial para que les dejasen pasar, pero finalmente fueron estos efectivos los que las convencieron de que no se acercasen a esa zona.

Visiblemente emocionadas y con lágrimas en los ojos , las dos mujeres se abrazaron mientras observaban a lo lejos la actividad de las comitivas policial y judicial, entre cuyos integrantes, se adivinaba la presencia de José Enrique Abuín Gey, El Chicle, autor confeso de la muerte de Diana Quer.

Allí estuvieron madre e hija durante unos minutos, antes de darse la vuelta y regresar a su casa. No quisieron hacer declaraciones. "Tener tan cerca al asesino de mi hija es muy duro", dijeron tan solo.

El padre de Diana, Juan Carlos Quer, que también se desplazó al lugar, prefirió no acercarse a ninguno de los puntos en los que se estaba practicando la reconstrucción de los trágicos hechos.