Incrédulos y rotos de dolor. Así despidieron ayer los vecinos y vecinas de la parroquia salcedense de Soutelo a su vecina Magdalena Moreira, la última víctima de violencia machista en Galicia que perdía la vida el pasado lunes a manos de su marido, con el cual estaba en trámites de separación, en la vivienda familiar que ambos poseían en Chenlo (Porriño). Su esposo, Tomás Romero, que después de ejecutar el homicidio se suicidó, también fue despedido en el mismo funeral que la víctima.

Los dos coches fúnebres llegaron a la iglesia de San Vicente de Soutelo, pasadas las seis de la tarde, después de haber sido velados en una sala conjunta en el tanatorio de Guillarei, en Tui.

Allí les esperaban las más de trescientas personas (entre vecinos, allegados, compañeros de trabajo de los fallecidos y amigos de los hijos del matrimonio) que quisieron mostrar su apoyo a la familia. Sobre el féretro de Magdalena reposaba una rosa blanca y sobre el de Tomás una roja. Familiares y amigos se arremolinaron en torno al de ella y caminaron detrás de ellos hasta su entrada en el templo, que se quedó pequeño para albergar a todos los asistentes al réquiem.

Una vez finalizado el oficio religioso, en el que el sacerdote anunció su descanso eterno, los ataúdes fueron conducidos al cementerio contiguo a la iglesia, momento especialmente duro para los dos hijos y las nueras del matrimonio, que no pudieron contener los llantos en toda la ceremonia.

Primero se le dio sepultura a él y a continuación, en otro pasillo, a ella. Los dos, aunque en tumbas separadas por unos veinte metros, fueron enterrados en sepulcros pertenecientes a la familia de Magdalena.

Los gemidos de dolor y los lamentos rogando que lo que estaba sucediendo no fuera cierto se sucedieron en ambos sepelios, aunque en el momento en el que tocaba despedir a Magdalena, sus hijos y sus nueras se abrazaron al féretro en el que reposaba el cuerpo de su madre. Segundos después, la pareja de uno de los hijos del matrimonio no pudo contener la emoción ni la angustia y calló desplomada al suelo, donde permaneció unos minutos hasta recobrar el conocimiento.

El Juzgado de Instrucción que lleva el caso se encuentra resolviendo los últimos flecos de dicho crimen machista y procederá próximamente a su archivo al haber fallecido el presunto autor del homicidio. Tomás, de 56 años, mató a tiros a su esposa, que era diez años menor que él, con su propia escopeta, el lunes por la mañana después de haber salido antes de trabajar argumentando que "iba a firmar los papeles del divorcio" y acto seguido se suicidó. De esta manera acabó con la vida de la que había sido durante treinta años su compañera sentimental y madre de sus hijos, conmocionando así a toda la comarca de A Louriña por un nuevo crimen de violencia de género.