"La gente se nos caía encima, no había luz y teníamos tierra en los ojos y la boca. Estábamos sepultados y los minutos se nos hicieron horas. Pensé que de allí no salía. Fue terrible". Todavía angustiada y tras una noche "sin pegar ojo", Lucía, una joven de 16 años, relataba el accidente. Se encontraba con cuatro amigas en la zona de la pasarela más próxima al escenario que se desplomó sobre el mar y pudo volver a la superficie gracias a la solidaridad de los asistentes al concierto. "Todo el mundo se portó muy bien, empezaron a hacer cadenas y me sacaron antes de que llegasen los servicios de emergencia. Tuvimos suerte porque las cuatro pudimos salir de allí", agradece.

Ella y sus amigas, junto con los asistentes al último concierto de O Marisquiño, muchos menores de edad, disfrutaban del mejor broche a "un día bonito" de deporte y diversión cuando el suelo cedió bajó sus pies: "Había más gente que en la primera actuación. Nosotras queríamos ver a Rels B y nos movimos a esa zona porque era menos agobiante. Pero en la segunda canción oímos un clac y en cuestión de segundos estábamos abajo".

Cayeron sobre la estructura de hormigón, entre piedras y madera astillada, y también encima de otros jóvenes. Mientras intentaban volver a la superficie, más personas seguían deslizándose por la plataforma del paseo que quedó inclinada, abalanzándose sobre ellas y el gran hueco abierto. Otros se precipitaron hasta el mar. Por fortuna, la marea estaba baja, pues en caso contrario, habría aumentado la probabilidad de ahogamientos.

Escenas propias de un "infierno", palabra que pronunció alguna víctima mientras dejaba la explanada. "Estábamos asustados y un chaval gritó '¡Venga, que salimos todos de ésta!'. Y nos dio ánimos. Pero cuando ves que ya no tienes a nadie encima tampoco eres capaz de levantarte. Tuvieron que tirar de mí unos amigos", relata Lucía.

La noticia se difundió a través de las redes sociales y los familiares llegaban alarmados en busca de hijos y allegados. Las imágenes eran angustiosas y hasta pasada la una de la madrugada la Policía Nacional no confirmó que no había víctimas mortales. Mientras tanto, las fuerzas de seguridad y la organización evacuaban la zona cero.

Los heridos menos graves fueron atendidos en la propia explanada donde se montó un puesto de mando médico y un triaje inicial. Y las 40 ambulancias movilizadas aguardaban en Concepción Arenal y Areal para ir trasladando a los heridos a centros de la provincia.

Al dispositivo se sumó personal sanitario que se encontraba en la zona y que quiso echar una mano. Los últimos heridos, cuyo estado revestía menos gravedad, partieron en ambulancias en torno a las dos de la madrugada. Otros abandonaban la zona a pie, entre ellos, muchos menores acompañados de sus padres, en estado de shock y con heridas vendadas en piernas o brazos, y contusiones en la cabeza.

En total, recibieron atención médica casi 400 heridos, aunque algunos jóvenes como Lucía decidieron no solicitar ayuda: "Lo primero fue llamar a mi madre para tranquilizarla y buscar a mi hermana mayor, pero por suerte no le pasó nada. Y como estaba bien preferí no ser un impedimento. Espero que estén bien. Yo solo tuve rasguños, un chichón en la cabeza y dolor en un pie que ya se me está pasando. Pero una de mis amigas se rompió la tibia y el peroné".