El Gobierno italiano y la concesionaria Autostrade per l'Italia, filial de Atlantia y responsable del mantenimiento del puente que se derrumbó el martes en Génova, protagonizaron ayer un cruce de acusaciones a raíz del siniestro que ha causado al menos 38 muertos. El Gobierno, que el miércoles pidió la dimisión de los directivos de Autostrade, siguió ayer la misma estrategia y apuntó a la compañía como la responsable del suceso y piden que ésta ayude económicamente a las familias de los fallecidos en el suceso, 38 hasta el momento.

El viceprimer ministro de Italia reiteró la intención del Ejecutivo de iniciar un proceso para revocar la concesión a Autostrade. "Mantengo la línea del Gobierno, no es posible que se muera pagando un peaje", dijo Di Maio. El también vicepresidente y ministro del Interior, Matteo Salvini, atacó a la compañía y consideró que los directivos deberían darse "un baño de humildad" y ayudar económicamente a las familias de la víctimas. "Si el Gobierno ha movilizado ayudas de 5 millones de euros, ellos deberían poner 500 millones sobre la mesa", argumentó, en referencia al paquete de medidas que el gabinete aprobó para hacer frente a las intervenciones más urgentes. Las críticas a la concesionaria italiana continuaron, después de que el ministro italiano de Infraestructuras, Danilo Toninelli, pidiera el miércoles a los directivos de Autostrade que presentaran su dimisión por estos hechos.

Atlantia, que ha comprado junto a la constructora ACS la concesionaria española Abertis, se desplomó ayer un 22,26 % al cierre en la Bolsa de Milán. La compañía ha salido al paso de las críticas contra su filial y ha cargado contra el Gobierno por realizar unas declaraciones que tienen importantes repercusiones para los accionistas y bonistas.

Por otra parte, se siguen conociendo testimonios de los afectados, como el de Marina Guagliata que estaba de compras cuando el puente Morandi se derrumbó y un enorme bloque de hormigón cayó sobre la tienda atrapándola y sepultando a su hija Camilla. "Estaba sepultada hasta el pecho, y mi hija estaba totalmente sepultada", dijo Guagliata de 58 años, desde su cama en el hospital genovés Villa Scassi. "Podía respirar ya que mi cara estaba libre, pero Camilla estaba debajo, cubierta. No podía verla, pero sabía que estaba allí", recordó Guagliata con voz temblorosa. "Logré tocar su mano y su cara y quitar escombros de su boca", relata emocionada y confiando en que su hija, grave, se recupere del trágico accidente.

Mientras Italia llora a las víctimas y las familias de una decena de desaparecidos intentan localizarles, casi 500 evacuados de las viviendas situadas bajo el puente que se desplomó y que han sido declaradas como no habitables, tratan de realojarse.

Por eso la cena festiva a la que asistió el ministro del Interior, Matteo Salvini, la misma noche de la tragedia cuando los equipos de emergencia seguían trabajando contra reloj sobre el terreno, ha recibido numerosas críticas. Salvini, acudió a una celebración de su partido, la xenófoba Liga Norte, pocas horas después del funesto derrumbe de un tramo del viaducto Morandi.