Tres meses después de que la explosión del almacén ilegal de artefactos pirotécnicos volara por los aires el lugar de Paramos en Tui, dejando un matrimonio fallecido, cuarenta heridos, decenas de viviendas arrasadas y enormes destrozos, la zona cero sigue sin desescombrar y las ayudas no solo no llegan, sino que muchos son reticentes a pedirlas porque tributan como ingreso a Hacienda, con lo que tendrán que devolver entre el 15 y el 40% de lo que reciban, mientras que otros perderán su pensión no contributiva o los complementos. "Muchos deben decidir entre comer o reconstruir su casa", explican los afectados.

Ante esta situación, más de un millar de personas, entre las que se encontraban el alcalde de Tui, Carlos Vázquez Padín, y el portavoz de En Marea, Luís Villares, salieron a la calle en Tui para clamar soluciones y la exención fiscal de las ayudas. Y es que hay una fecha tope: el próximo 6 de septiembre finaliza el plazo para solicitarlas.

La manifestación que entre pitos y panderetas recorrió el casco antiguo de Tui tenía puesto su foco en el Gobierno de Madrid al considerar que tiene en su mano gran parte de las soluciones. Al grito de "no somos culpables" y " señor presidente, axude a esta xente", exigían soluciones a "tres meses de angustias y miedos, acrecentadas ahora por las ayudas insuficientes para quienes nos hemos quedado sin nada". La desgravación fiscal es una de las reclamaciones primordiales. El presidente del colectivo de afectados, Salvador García, manifestó que si se declarase zona catastrófica se evitarían las tributaciones, pero como no se debe a una catástrofe natural "el Gobierno debe aprobar un decreto específico que contemple las exenciones".

Dispuestos a manifestarse delante de la Moncloa si sus demandas no son escuchadas, también exigen que la Xunta cumpla sus compromisos verbales, que la Diputación aporte fondos para colaborar en la arrasada zona cero y firme el convenio con el Colegio de Arquitectos, al que se comprometió, para realizar las memorias de las obras. Además, critican que algunas aseguradoras son poco ágiles a la espera de ver si alguien corre con el gasto del desescombro.

"Lo hemos perdido todo y parte de nuestra vida se quedó bajo los escombros. Ahora nos quieren quitar también las ganas de luchar", lamentaba una de las afectadas.