En el verano de 2016, tras quitarle a Ana en Portugal su móvil, Adrio, "dentro de su plan de hostigamiento", según la fiscal, estuvo pendiente de los movimientos de la joven. En muchas ocasiones la siguió, pero para controlarla "instaló en su teléfono un aplicación con la que podía conocer los contactos que mantenía por teléfono y enviarle mensajes ocultando la procedencia de los mismos; y cuando se enteraba de las salidas de ocio de Ana y su novio de siempre acudía a la vivienda de ella para reprocharle esa relación".