Fernando Iglesias Espiño vio a su hermano por última vez el día que sufrió un homicidio. El triple asesino de su mujer e hijos en Gran Canaria en 1996, que llevaba 22 de los 25 años cumplidos, salió de permiso de la prisión ourensana de Pereiro de Aguiar el 11 de agosto. Visitó a su familiar con discapacidad psíquica en una residencia y después fue al lugar que solía: la granja de pollos de Monte Roxo, en Maside, donde residía y colaboraba cuando salía de prisión. Allí, presuntamente, dos conocidos de la cárcel y amigos con los que compartía planes en las salidas le tendieron esa mañana una trampa. El encargado y arrendatario de la explotación avícola, Francisco Javier G. H., de 43 años, y Óscar G. L., de 38.

La investigación de la operación Avaro concluye que el crimen fue por dinero. Mataron supuestamente a su compañero recluso de forma intencionada, con un golpe en la cabeza, en la granja, y ese mismo día enterraron el cuerpo en el monte de A Mina, cerca de la localidad de A Senra, -sus móviles los sitúan allí a las 13.29 horas- donde el cadáver fue localizado la mañana del pasado jueves. Óscar indicó el lugar exacto a los agentes.

El juez Leonardo Álvarez anota 12 indicios obtenidos por la Policía Judicial de Ourense contra los sospechosos, como las ubicaciones de teléfonos en los lugares del crimen y en los cajeros donde, entre el 11 y el 24 de agosto, retiraron el dinero que le quedaba a Espiño de la herencia de su madre. Había ingresado 26.631,83 euros en julio. Los presuntos homicidas obtuvieron 19.450 euros, todo lo que quedaba. "Bueno, esto ya se terminó. No hay más que sacar", oyó un testigo decir a Óscar tras extraer los últimos 490 euros en un banco de Ribadavia. Una cámara de seguridad grabó cómo retiraba el efectivo el 24 de agosto. Según la fuente presencial, Óscar dobló la tarjeta con la que realizó la última extracción de la víctima, y la tiró.

Fernando Iglesias Espiño, de 63 años, no regresó el 13 de agosto al centro penitenciario. Ese día su coche nuevo, que había comprado poco antes con parte de la herencia, fue abandonado en Vigo. Extraño para los investigadores. Tras más de 80 permisos sin incidencias, su marcha no encajaba. "Estaba completamente reinsertado pero no quería estar en otro lugar que la cárcel", dicen fuentes de la investigación. La fuga no era compatible con su carácter ni con las intenciones que se desprendían de las conversaciones con su entorno.

Al asesino lo habían matado. Su cuerpo fue desenterrado de una fosa en una zona con agua, de difícil acceso y vedada a la caza, propiedad de la tía de Francisco Javier. Óscar reveló a la Guardia Civil dónde estaba el cadáver. Antes, durante dos jornadas intensivas, mientras la causa seguía en secreto, los investigadores y un equipo de más de treinta efectivos inspeccionaron y excavaron en la granja, sin éxito.

Los investigadores comenzaron trazando un perfil del desaparecido, que incluyó la toma de declaración a personas de su entorno, incluidos los detenidos, para determinar si la ausencia de Iglesias Espiño encajaba con una desaparición forzosa o una fuga voluntaria. Observaron circunstancias extrañas y concluyeron que su desaparición había sido forzada y que el cobro de la herencia tenía relación.

Los agentes rastrearon el dinero por cajeros de entidades bancarias en provincias de Ourense y Pontevedra, así como el norte de Portugal. En menos de 15 días después de la desaparición del recluso se apoderaron del dinero que quedaba. Utilizaron sistemas para intentar que su rastro no quedase. Los escasos conocimientos en materia informática de la víctima no casaban con que fuera capaz de retirar entre julio y agosto la totalidad del dinero heredado de su madre. Dos días después de su muerte, antes de que el terminal fuera apagado y dejara de funcionar, presuntamente enviaron mensajes breves pero con contenido y estilo que no encajaba con la manera habitual de expresarse de la víctima. "Era un relato que fueron construyendo los propios detenidos para que se dedujera que la víctima se había fugado, quedando a la vista de los investigadores como un crimen perfecto", explicaba ayer la Comandancia de Ourense de la Guardia Civil.