Al menos 429 personas murieron, 1.485 resultaron heridas y 154 están desaparecidas por el tsunami provocado por una erupción volcánica, que golpeó playas turísticas y zonas costeras en torno al estrecho de la Sonda, en Indonesia, la noche del sábado, sembrando el pánico entre viajeros y habitantes. Cientos de edificios resultaron dañados por la ola, que golpeó playas del sur de la isla de Sumatra y del extremo occidental de Java, donde las fuertes lluvias dificultan las tareas de los equipos de rescate, que buscan entre los escombros a lo largo de unos 100 kilómetros de litoral.

Los supervivientes, entre los que hay 5.000 evacuados y unos 16.000 desplazados, son ahora víctimas del hambre y las enfermedades entre alertas de un posible nuevo maremoto. Las autoridades achacan el tsunami que causó la gran ola que llegó a las playas sin activar las alarmas, al desplome de parte de la isla que forma el volcán Anak Krakatau, situado en el estrecho de Sonda, a causa de una fuerte erupción y buscan con perros y drones a posibles supervivientes. La Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB) señaló que Indonesia no cuenta con sistemas de alerta de tsunamis provocados por un volcán y que las boyas para detectar una repentina subida de las olas no funcionan desde 2012 por culpa del vandalismo, la falta de mantenimiento y de fondos.

Indonesia se asienta sobre el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida cada año por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados. Los rescatistas trataban ayer de llevar su ayuda a las regiones devastadas, pero la falta de agua potable y de medicamentos complicaba su tarea y afectaba a miles de personas refugiadas en centros de emergencia. Los trabajadores humanitarios advertían contra los riesgos de crisis sanitaria.

En Carita una falsa alerta provocó el pánico entre los habitantes de la localidad, que temen un nuevo tsunami, mientras se reducen las reservas de agua y de medicamentos. "Muchos niños están enfermos, tienen fiebre, dolor de cabeza y no tienen suficiente agua", explica Rizal Alimin, un médico de la oenegé Aksi Cepat Tanggap, en una escuela transformada en refugio improvisado.