Una pensión de jubilación que les permita vivir con dignidad. Esta es la reclamación de los dos primeros narcoarrepentidos gallegos, testigos protegidos durante veinte años y cuyo testimonio facilitó las condenas del primer gran juicio contra los clanes del narcotráfico en la denominada operación Nécora, desde Los Charlines a Laureano Oubiña que fue condenado solo por delito fiscal.

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