El 2019 se estrena teñido de luto tras el fallecimiento en Gijón de un niño de tres años que se atragantó con una uva celebrando la Nochevieja con su familia. El trágico suceso -las uvas son la tercera causa de asfixia entre la población infantil- que acabó con la vida del pequeño Thiago Leonel Guamán Bustos, "un niño alegre, despierto y muy cariñoso", ocurrió en el domicilio familiar, situado la calle Independencia, en el barrio de El Natahoyo, y en presencia de su madre, su hermano mayor, su tío y su abuela, que nada pudieron hacer por evitar la tragedia. "Esto es una pesadilla, no lo asimilo; estoy en una nube todavía, no sé qué voy a hacer", verbalizó entre sollozos Viviana Bustos, la madre, tras el trágico suceso que ha conmocionado a toda la región.

La noche en casa de Viviana Bustos, de 39 años, natural de Ecuador y afincada en España desde hace casi dos décadas, comenzó con un gran ambiente festivo, risas y bailes de los más pequeños mientras su hermano Carlos preparaba un asado para la cena. "El niño estaba encantado con las chispas del fuego", relata su tío. Al filo de la medianoche todos se dispusieron a completar el ritual de las uvas para dar la bienvenida al nuevo año. El más pequeño, Thiago Leonel Guamán Bustos, tenía para él unas uvas especiales, sin pepitas, y no más de cuatro preparadas en su vaso. Se sentó y comenzó a comerlas poco a poco, como ya había hecho otras veces, junto al resto de familiares para recibir al 2019. "Al sonar la última campanada vimos que se había atragantado y que no podía respirar; no sé qué pudo pasar, no le veo explicación porque ya había comido uvas en otras ocasiones y nunca había pasado nada", lamentó ayer la madre del niño con enorme entereza. "No entiendo cómo una uva ha podido acabar con la vida de mi hijo", añadió Viviana Bustos a su reflexión mientras revisaba un vídeo de su hijo en el que aparecía comiendo uvas y bailando sonriente días atrás.

Al ver que el niño no podía respirar, le metió los dedos en la garganta para intentar sacar la uva. No tuvo éxito. Al tiempo, su tío Carlos le golpeó en el pecho, pero tampoco dio resultado. Llamaron a emergencias y también a la policía. Mientras esperaban ayuda salieron de su casa para pedir auxilio a gritos. "Nadie respondió, nadie vino a ayudarnos", recuerda, ya con lágrimas en los ojos, Viviana Bustos. El tiempo pasaba y encontraron en una vecina la primera mano tendida. Fue ella la primera en realizar las maniobras de reanimación. Poco después llegó una patrulla de la Policía Local. Los agentes se percataron rápidamente de la gravedad de la situación y subieron al niño al coche para poner rumbo al Hospital de Jove. "Tira, tira, vamos rápido", cuenta la madre de Thiago Leonel Guamán que dijeron los policías tras invitarla a ir con ellos. Mientras uno de los policías conducía, el otro iba en el asiento trasero intentando reanimarle. "No pararon hasta el final", recuerda agradecida la mujer, madre soltera de origen humilde que trabaja como asistenta del hogar desde hace años.

El niño llegó con el pulso muy débil al Hospital de Jove, lograron sacarle la uva con la que se atragantó, pero no pudo recuperarse y falleció poco después pese a los denodados intentos del personal sanitario por salvarle la vida. En el mismo centro hospitalario le dieron asistencia psicológica a la madre una vez conoció el fatal desenlace. "No he dormido nada, no tengo sueño", reconoció ayer.