Manuel Alonso Rivas, el vecino de Vigo de 81 años hallado muerto el lunes tras haber desaparecido hace varios días, murió a causa de varios golpes que recibió en la cabeza. Es una de las conclusiones de la autopsia practicada ayer al cadáver hallado en un paraje boscoso a unos 600 metros de su casa, donde vivía solo tras enviudar hace dos meses. Dos vecinos que salieron en su busca pensando que quizás había sufrido un accidente y caído al agua lo encontraron. Y se toparon con una realidad muy distinta.

A Manolo, como lo conocían allí, lo habían matado. El anciano estaba totalmente envuelto en bolsas de plástico de basura y trapos viejos, alguno ensangrentado. Una bolsa le cubría la cabeza. Los pies los tenía atados con un cinturón. Para camuflarlo y dificultar su localización, estaba cubierto de "muchas" cañas y rastrojos. La Policía Nacional da por hecho que ese no fue el lugar donde acabaron con su vida. La hipótesis es que lo llevaron allí tras matarlo. Incluso creen que ese no era el lugar donde querían esconder el cuerpo, pero que algo se precipitó y finalmente lo dejaron allí. Entre los posibles escenarios del crimen se barajaría la casa de la víctima, que ayer fue objeto de una exhaustiva inspección y registro policial con presencia judicial.

La policía trabaja en varias hipótesis, investigando desde el entorno de Manuel Alonso hasta si el móvil fue un robo, ya que, según asegura su familia, solía andar con "muchísimo dinero" encima, lo que los investigadores tratan de aclarar con los movimientos bancarios que hizo. Otra cuestión a aclarar es si fueron uno o dos los asesinos. El despliegue de agentes en Sárdoma, de paisano y uniforme, fue amplio. Interrogaron a allegados y vecinos, y requirieron las imágenes de las cámaras de una empresa de recambios de automoción próxima a donde se halló el cuerpo.

Manuel vivía solo en una casa pegada a Baixada a Río. En la misma finca, en otro inmueble, reside uno de sus cinco hijos. La esposa del fallecido murió el 2 de noviembre, tras una larga enfermedad. El octogenario salía a caminar con frecuencia, generalmente solo. La estrecha pista al lado de donde apareció el cuerpo la cogía a veces para ir a un hipermercado cercano. Pero no era su única ruta. "Paseaba mucho, en ocasiones lo veía por aquí", decía una vecina, consternada. "Era muy amable, no se merecía esto", agregaban en un bar al que iba a comer "todos los días" desde que pereció su mujer.

Desaparición

Una cuestión que debe aclarar la policía es la fecha de su desaparición. En principio se barajaba el 26 de diciembre, último día que lo vio una vecina. Pasó Nochebuena y Navidad con una hermana de Lavadores. Pero esa fecha ya no está tan clara. La familia cuenta que el hijo que vive a su lado vio luz en la casa el 28 de diciembre y hay vecinos que aseguran de forma rotunda que lo vieron el 31, último jornada del año. Sea como fuere, lo cierto es que sus allegados, tras intentar contactar telefónicamente con él varias veces y al ver que su ausencia duraba días -tampoco estaba en otra casa que tienen en Valeixe (A Cañiza)-, presentó denuncia la tarde del 5 de enero.

El domingo, festividad de Reyes, la policía inició la búsqueda. El lunes al mediodía un helicóptero sobrevoló Sárdoma sin resultado. Y apenas dos horas después el 091 recibió la llamada de Manuel Villar, el vecino que junto a su sobrino halló el cuerpo envuelto en bolsas y trapos. Estaba boca arriba, con las manos colocadas sobre el pecho. Esa tarde la labor policial se centró en esa zona boscosa junto al río y próxima a un lavadero.