Si todo va según lo previsto, los integrantes de la Brigada de Salvamento Minero de Hunosa tenían previsto iniciar en la madrugada de hoy la apertura de la galería horizontal para llegar al punto del pozo de prospección donde se cree que puede estar Julen. El mayor riesgo es que encuentren terreno duro, lo que les obligaría a utilizar explosivos y realizar microvoladuras, como indicó ayer Santiago Suárez García, jefe de la brigada de 2005 a 2009 y hoy prejubilado. Suárez se mantiene en contacto con la brigada por WhatsApp y asegura que "tienen ganas de empezar porque llevan muchos días allí inactivos".

El pozo vertical se terminó en la noche de ayer, tras alcanzar los sesenta metros de profundidad, a una cota de menos 83 metros. Se han invertido 55 horas en su construcción, cuarenta más de las previstas, debido a la dureza del terreno. Antes de que los mineros bajen, se hace preciso encamisar el orificio con un conducto de tubos de metal, en cuyo interior irá la cápsula de rescate. Este conducto tiene que ser cimentado con tierra y arena en algunos puntos para evitar desprendimientos, un trabajo de unas siete u ocho horas. Una vez realizado este trabajo, estaba previsto que los mineros bajasen en la cápsula, movida por una grúa de precisión, con conductos de aire y un adosado auxiliar para cargar unos 500 kilos de escombros, aunque la mayor parte de los mismos se arrojarán a la caldera dejada en el fondo del pozo.

Los mineros, provistos de "respiradores y autorrescatadores", se enfrentarán a una tarea titánica. Se han preparado turnos de dos mineros que trabajarán durante media hora o cuarenta minutos, provistos de piquetas, martillos neumáticos y hachas, con las que preparar las entibaciones de la galería, que tendrá una ligera pendiente para facilitar la caída de escombros por gravedad. No saben qué tipo de materiales se encontrarán abajo. En caso de que haya materiales duros, no descartan realizar microvoladuras. Para prepararlas se desplazaron a la zona artificieros de la Guardia Civil.

Una vez que se haya casi finalizado la galería, que tendrá una tamaño de 1,2 metros por uno, con una longitud de cuatro metros, se realizará un sondeo para introducir una cámara en el pozo al que cayó Julen para comprobar si se encuentra a la altura prevista, a 71 metros, debajo de un tapón de escombros.

Aunque la ley exige que en los rescates los equipos estén compuestos por tres brigadistas, Suárez García señala que en este caso seguramente no bajen más de dos porque no cabrán en el túnel inclinado que van a excavar y porque tampoco van a correr ningún riesgo.

Estos hombres están acostumbrados a trabajar en condiciones mucho más peligrosas, con atmósferas explosivas como las que provoca el gas grisú en las minas de carbón, y en túneles de medio metro de diámetro (el pozo paralelo de Totalán es de 80 centímetros y el que van a excavar de un metro de ancho por 1,20 de alto) en los que tienen que portar además el equipo autónomo de respiración.

En este caso, Suárez García desconoce si los brigadistas lo llevarán o si les facilitarán oxígeno desde el exterior, pero lo que no les va a faltar es un martillo de aire comprimido, hachas y madera para apuntalar el pequeño túnel que deben horadar.

"Esperemos que el terreno no tenga una dureza excesiva", deseó Suárez, que confía en que tampoco sea excesivamente blando o inestable, porque eso les obligaría a entibar cada poco y eso retrasaría el rescate. En una mina, la brigada avanzaría unos cinco metros, la distancia que separa ambos pozos, en unas siete horas, "pero esto no es carbón", reconoció el exbrigadista, que no se arriesga a predecir cuánto pueden tardar.