Los ocho integrantes de la Brigada Central de Salvamento Minero de Hunosa culminaron al cierre de esta edición la construcción de la galería horizontal que da acceso al pozo donde se localiza el pequeño Julen, el niño de dos años desaparecido desde el pasado 13 de enero en la localidad malagueña de Totalán. Tras más de 30 horas de trabajo y con la ayuda de otros tantos bomberos del Consorcio Provincial y de 14 especialistas de montaña de la Guardia Civil, los mineros asturianos lograron completar la obra civil que la comisión técnica para el rescate del pequeño planteó a principios de la pasada semana.

La tensión fue máxima durante toda la extenuante jornada. Con toda España pendiente del desarrollo de la operación de rescate, cada avance, por pequeño que fuera, era celebrado como un triunfo, y cada nueva microvoladura se veía como un revés. La presión afectó especialmente a la familia de Julen: al anochecer, el padre del menor, José Rosselló, tuvo que recibir asistencia médica, según parece tras sufrir una crisis de ansiedad.

Igual que sucedió durante la perforación de la galería vertical, la dureza del terreno fue el principal obstáculo que encontraron los especialistas para completar esta fase decisiva para la localización del niño de dos años. A lo largo de la jornada diurna las perspectivas mejoraron progresivamente, después de una noche de mínimos avances por culpa de las extraordinariamente duras "pizarras y cuarcitas" que ya complicaron la labor de la perforadora.

A las cinco de la tarde, la Subdelegación del Gobierno en Málaga señalaba que los mineros habían alcanzado la cota de 3 metros y 15 centímetros. De esta forma, casi 24 horas después de que los mineros entrasen por primera vez en la galería vertical, solo restaban unos 65 centímetros para poder acceder a esa ansiada conexión entre el exterior y el tapón de tierra que durante estos dos semanas ha impedido ver la situación en la que se encuentra el niño de apenas dos años.

Pero a las ocho de la tarde volvían los problemas, en forma de un último estrato duro, cuando los mineros trabajaban a apenas unos centímetros del lugar en el que se creía que estaba Julen. Los artificieros se enfrentaban a una cuarta microvoladura controlada. Se sumaba a las dos que de madrugada se habían tenido que realizar, al hallarse las primeras capas duras en la construcción del túnel horizontal, y a una tercera, de poco antes del mediodía.

Con esas cuatro microexplosiones de carga reducida y absoluto control, al objeto de evitar cualquier tipo de daño en el interior del pozo, que pudiera afectar a la situación vital de Julen, el terreno parecía que daba paso a la resolución de una obra civil "compleja como pocas".

Poco antes del mediodía, uno de los técnicos recordaba a este periódico que el dispositivo establecido para el rescate del niño se iba a apoyar en los últimos metros de un "tipo de georradar" que iba a ayudar en la localización exacta de Julen. En esos momentos, las incógnitas se centraban en la manera en la que estaría distribuido el tapón de tierra que desde el primer día impide conocer con exactitud el paradero del pequeño. Incluso las labores para extraer tierra del pozo original se detuvieron hace ahora siete días, nada más comenzar las tareas de desmonte para construir el túnel vertical. Dicha extracción logró quitar parte del material del tapón, pero no de manera suficiente como para permitir la visualización del lugar en el que se hallaba el niño.

Al cierre de esta edición, los mineros y los expertos de la Guardia Civil aún intentaban acceder a ese tapón para poder visualizar el lugar exacto en el que Julen ha permanecido los últimos 13 días. Salvo sorpresa, todo apunta a que hoy se resolverá al fin un rescate que durante dos semanas ha mantenido en vilo a medio mundo.