El cuerpo sin vida de Julen, después de 12 días, 11 horas y casi 30 minutos de frenética lucha contra la montaña, fue localizado al filo de la una y media de la madrugada de ayer por la Brigada Minera de Salvamento de Hunosa. Llevaban más de 30 horas excavando a mano el túnel que les llevaría hasta él. Aunque el resultado no fue, ni mucho menos, el esperado para tanto esfuerzo.

Un poco más tarde se escuchaban gritos frente a la vivienda donde ha permanecido la familia durante más de una semana, a la entrada del casco urbano de Totalán: "¡Otra vez no!, ¡otra vez no!". La confirmación oficial se produjo pasadas las dos de la madrugada, y nada más divulgarse, en plena vigilia internacional por el pequeño de dos años, miles de personas empezaban a inundar las redes con mensajes de luto y ánimos para padres y familiares. No fue posible. La contrarreloj contra las tremendas dificultades orográficas del Cerro de la Corona, en cuyo entorno se localizaba esa finca por la que el domingo 13 de enero había caído el pequeño de dos años, concluyó con el "objetivo cumplido" de acceder hasta él. Pero a esos 71 metros de profundidad donde se barajaba que estaría se le encontró sin vida.

Ya por la tarde, la autopsia remitida al Juzgado de instrucción número 9 de Málaga, que a partir de ahora tendrá que depurar responsabilidades, confirmó que murió nada más caer al pozo. Las pruebas practicadas señalan que cayó de pie y sufrió un fuerte golpe en la cabeza que le generó un "traumatismo craneoencefálico severo y politraumatismos compatibles con la caída". Fuentes de la investigación remarcaron ayer que sus brazos estaban hacia arriba y que el cadáver presentaba erosiones propias de los roces contra las paredes del pozo, cuyo orificio era de apenas 25 centímetros.

Para llegar a estas conclusiones, el levantamiento del cuerpo inerte de Julen se produjo alrededor de las cuatro de la madrugada. Los dos mineros que cavaron hasta él iban acompañados de un guardia civil, Nicolás Pando, que ejercía de Policía Judicial y previamente recabó muestras del lugar. Posteriormente, el pequeño fue trasladado al Hospital Clínico de Málaga, donde se le realizó un estudio radiológico, como paso previo a la autopsia que desde las ocho y media de la mañana se le practicó en el Instituto de Medicina Legal de Málaga. No obstante, durante esta semana se le realizarán algunas otras pruebas adicionales.

Ya a primera hora de la mañana, al tiempo que se le practicaba la autopsia, el gobierno central confirmaba que Julen, tras caer al pozo, se había topado con un "suelo de tierra" que le impidió caer a mayor profundidad, "teniendo en cuenta que el pozo original se había perforado hasta una profundidad de más de cien metros".

"Julen estaba entre el tapón y un suelo de tierra. El oxígeno disponible que podría existir es el que había en esa corta distancia entre su cabeza y sus pies", confirmó el Delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.

"Todo el esfuerzo ha dado lugar a un trabajo titánico, una misión colosal sin precedentes que desgraciadamente no ha tenido el final deseado", matizó. Insistió en que Julen había sufrido una "caída rápida y libre". Y apuntó: "Hay varias teorías sobre lo que ha podido pasar, están por confirmar y ya se harán, pero la realidad es que la posición del cuerpo del menor determina que la caída fue rápida hasta la cota donde se ha encontrado".

También manifestó que a partir de ahora el caso pasa a disposición de la Comisión Judicial y del Juzgado de Instrucción 9 de Málaga que, junto con la Guardia Civil, "llevará a cabo todas las investigaciones pertinentes sobre las causas y posibles responsabilidades de todo lo sucedido".

El ministro del interior, Fernando Grande-Marlaska, calificó de "trágico suceso" la caída del niño de apenas dos años cuyo rescate ha seguido durante estas dos últimas semanas medio planeta. Pero no quiso entrar en detalles sobre la investigación: "Esa circunstancia la concretará la autoridad judicial competente", señaló.

Julen era el noveno minero y no podía quedarse en la mina. así se planteó el jueves por la tarde una de las tareas más complejas de la inmensa obra de "ingeniería humanitaria" que se diseñó sobre el entorno del dolmen del Cerro de la Corona. Ocho integrantes de un cuerpo de elite como es la Brigada de Salvamento Minero se adentraban hasta el fondo del túnel vertical, abierto de forma paralela al pozo original.

Por delante, casi 33 horas hasta encontrar al pequeño. Durante todo ese tiempo, miles y miles de personas desde todos los rincones del planeta mostraron su apoyo a unos héroes que, a la espera de entrar en acción, durante diez días habían permanecido en el anonimato. Ayer, todo ese apoyo colectivo se transformó en aplausos, justo cuando abandonaban el hotel que los ha cobijado en Rincón de la Victoria y ponían rumbo hacia Asturias.

Idénticamente recibieron todo el calor posible los otros integrantes del dispositivo de rescate, bomberos y especialistas de la Guardia Civil, además de ingenieros y técnicos que han cooperado durante casi una docena de días codo con codo. Fue la mejor manera de reconocer las tensas horas que durante el viernes vivieron, a pie de obra, cuando se acercaba la ansiada "luz al final de un túnel" en forma de contratiempos.

Fueron especialmente complicados esos momentos en los que la dureza del terreno, repleto de pizarra y cuarcita, forzó a recurrir a los artificieros de la Guardia Civil. Fueron hasta cuatro las detonaciones necesarias, cada una con un retraso obligado de unas dos horas sobre los planes diseñados sobre el papel, como reconocieron los propios integrantes del dispositivo.

Cuatro metros interminables a la vista de las dificultades que, al igual que durante la construcción del túnel vertical, ofrecía el trabajo de los mineros, la Guardia Civil no sólo hizo despegar el helicóptero estacionado desde el jueves para acudir a por más explosivos, sino que movilizó a otras dos aeronaves de las mismas características, al objeto de reforzar el equipo de diez agentes especialistas en montaña y espeleología.