David Serrano Alcaide, dueño de la finca de Totalán (Málaga) donde estaba el pozo en el que murió el pequeño Julen tras caer a su interior el pasado 13 de enero, aseguró ayer que el pocero que hizo la prospección dejó el boquete "tal cual". Entre lágrimas, añadió que "el día de la desgracia" él mismo tapó el agujero con dos bloques de hormigón, entre los que conjeturó que podría haberse "escurrido" el menor, y advirtió a los demás del peligro "de que alguien podía meter un pie allí y partírselo", pero "jamás" pensó que "ahí podía caber un niño". "Tengo una niña chica de 2 años que estaba allí con Julen jugando, podría haber sido mi niña y nunca me voy a perdonar no haber visto ese peligro ahí", aseguró Serrano, compañero sentimental de una prima del padre del niño fallecido. Explicó que compró la finca hace cuatro meses para plantar aguacates y mangos y contrató al pocero, que le hizo "un boquete de más de cien metros" y después se marchó, dejándolo "tal cual". Por ese trabajo le cobraría 12 euros por metro de pozo si no se encontraba agua -como ocurrió- y 27 si se hallaba, y unos días después un amigo de Serrano hizo una excavación en el terreno para construir un muro de contención.

En la comparecencia del dueño de la finca estuvieron presentes también su abogado, Antonio Flores, que afirmó que "la única responsabilidad penal, si la hubiese", sería del pocero que ejecutó la perforación. El letrado añadió que su cliente era "conocedor" de la necesidad de tener licencia para la apertura de un pozo, pero se había "encomendado" a un profesional que se debía encargar de solicitarlas, en alusión al pocero. También subrayó que en el momento en que se produjo el accidente el pozo se encontraba tapado por dos bloques de hormigón, y sostuvo la "teoría" de que el menor "se escurrió" entre los bloques.