Once años y cuatro meses de prisión como autor de un delito de asesinato en grado de tentativa: Esta es la pena impuesta por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, especializada en violencia de género, al millonario portugués Carlos Inácio Pinto, tras considerar probado que el 2 de mayo de 2016 golpeó con una maza a su mujer, Eliza G. P., en el interior de la habitación de un hotel de Vigo.

El tribunal concluye en su sentencia que el imputado pretendía acabar con la vida de su mujer cuando apareció "por sorpresa y por detrás" de la víctima en el momento en el que ella se encontraba agachada en el baño dándose crema, después de ducharse. Las magistradas de la Sección Cuarta sostienen que la golpeó "reiteradamente" con la maza en la parte trasera de la cabeza.

El condenado, según la sentencia difundida ayer por el TSXG, también la agarró "con fuerza" por el cuello con ambas manos y le dio varios golpes con la cabeza contra el suelo. Pese a ello, la víctima consiguió abrir la puerta y salir de la habitación. Una vez en el pasillo, fue auxiliada por personal del hotel que había acudido a la zona alertado por los gritos de la mujer y los fuertes golpes.

El tribunal indica en la sentencia que, tras analizar todas las pruebas, alcanzó "el convencimiento" de que fue el acusado quien golpeó con la maza a su esposa causándole las lesiones descritas por los forenses. En el juicio, la víctima y el acusado habían ofrecido dos versiones radicalmente opuestas. Así, Carlos Inácio Pinto -en prisión provisional- alegaba que fue su mujer la que intentó agredirlo con la maza inicialmente y que él se defendió. Sin embargo, para las magistradas la declaración de la afectada es "creíble, coherente y convincente" y señalan que su versión además está corroborada por las declaraciones del personal del hotel, por los informes forenses y por el testimonio de los peritos.

Así, en lo que respecta a las testificales, destaca el fallo que el personal del hotel se encontró a la víctima sangrando abundantemente por la cabeza y que escucharon gritos provenientes de la habitación, todos de mujer. En cuanto a los forenses, descartan que los golpes de la mujer pudieran haber sido autoinflingidos.