Alejandro Palmeiro cumplió 44 años en el lago Rojo. Allí estuvo frente a frente con el asesino en serie chipriota: "Conocí a Nikos. Lo trajeron durante las labores de búsqueda de los cuerpos. Sino fuera porque estaba en aquel escenario parecería una persona normal, hasta cortés, pero es un monstruo. Tenía los crímenes planificados y los repitió. Narraba lo que había hecho y daba indicaciones desde donde había tirado las maletas con sus víctimas sin temblarle la voz. Es una persona formada, con un nivel de inglés perfecto. Pero no demostraba arrepentimiento. Si no lo detienen habría seguido asesinando" .

Ahora con todos los cuerpos recuperados, la sensación de Alejandro y el equipo de rescate es extraña: "Por un lado de satisfacción por haber cumplido con éxito un trabajo sobre el que nadie albergaba esperanza, y por otro que puedan existir personas así, capaces de cometer tales barbaridades. Me hace pensar y reflexionar mucho. No eran crímenes pasionales, sino algo repetido y preparado".

La satisfacción radica sobre todo en poder dar paz a las familias. "Las labores de búsqueda han terminado, las familias de las víctimas pueden enterrarlas y descansar en paz. Ese era el objetivo. Se ha comprobado que todo lo confesado por Nikos era cierto, desgraciadamente. Los cadáveres rescatados los demuestran", incide hidrógrafo gallego.

En cuanto al trabajo realizado por Nautilus Oceánica señala que "la búsqueda fue muy novedosa para nosotros, con una gran carga emocional. Teníamos un fin concreto, dar descanso a las familias". Resalta la "colaboración espectacular" que encontró en Chipre por parte de los Servicios de Emergencias, especialmente los bomberos, responsables de búsquedas y rescates. "El sentido de equipo que vivimos nos hizo trabajar de forma muy fluida. Todos éramos profesionales, actuamos como una maquinaria bien engrasada: es muy duro, pero muy satisfactorio.mantener el ánimo no fue fácil. Ellos me ayudaron a seguir adelante porque un día localizas algo, pero seis no. Estuve 15 días y llegué a donde podía llegar, marqué los posibles lugares y después les tocaba a los buzos comprobarlo y lo hicieron. Palmo a palmo bajo el agua, porque no veían ni su propia mano."