Los 15 minutos a bordo de un avión más angustiosos de sus vidas. Los 175 pasajeros (incluido un bebé) que este lunes tomaron el vuelo 422 de British Airways en el aeropuerto londinense de Heathrow a las 15.15 para volar hacia Valencia conseguían a las diez de la noche salir del aeropuerto de Manises tras una de sus peores experiencias en un avión: la aeronave, un Airbus A321 tuvo que aterrizar de emergencia tras detectarse fuego en uno de sus motores -según comunicó el piloto a la torre de control- mientras sobrevolaban Barcelona, solo 10 minutos antes de tomar tierra y con su cabina llena de humo. De hecho, cuando los bomberos llegaron al avión, no había ya llamas en el motor.

El aterrizaje en Manises se saldó con 20 heridos leves, la mayoría por abrasiones tras ser evacuados del avión por las rampas hinchables y tres personas con problemas respiratorios que tuvieron que ser trasladados a varios centros hospitalarios según los datos oficiales de la Delegación del Gobierno.

Ya en tierra, el miedo que habían pasado a bordo del avión se sumaba a la indignación acumulada tanto por la falta de información que había imperado dentro de la cabina mientras ésta se llenaba de un espeso humo blanco (y sin que saltaran las mascarillas de oxígeno) como a la hora de salir por las rampas hinchables de evacuación e, incluso, después, durante las tres horas largas que estuvieron esperando en el aeropuerto.

La falta de información tanto durante como después del incidente era de hecho, la queja recurrente entre los que por fin traspasaban las puertas y podían reunirse con sus familiares, sobre todo, en los 10 angustiosos minutos en los que la cabina se llenaba de humo. "Nos hemos puesto todos muy nerviosos porque en cuestión de segundos se ha hecho muy denso", comentaba María, de 38 años. La angustia creció, sin embargo, durante "los 3 ó 4 minutos" que tardaron en abrir las puertas "cuando ya habíamos aterrizado, muy suave, por otra parte", comentaba Eva, una valenciana de 31 años, que trabaja en el aeropuerto de Heathrow y que fue, de hecho, la última en evacuar del avión. A su lado, cuando encaró la rampa hinchable, nadie, "ni tampoco abajo. Las azafatas habían desaparecido. Nadie sabía qué hacer y nadie nos daba información".

Según su testimonio, los pasajeros que estaban en la cola del avión y tenían a los miembros de la tripulación cerca "sí que iban recibiendo instrucciones para mojarse las camisetas y respirar a través de ellas pero al resto del pasaje nadie nos decía nada, ni por comunicación de altavoces, ni de viva voz". "Se oían voces pidiendo calma y asegurando que se veía a los bomberos acercarse al avión pero eran propios pasajeros", explica Eva.

Y, en medio de la evacuación, hubo quien paró a recoger sus maletas desoyendo las principales normas de seguridad en estos casos. "Han sido pocos, pero los ha habido", relataba Marga, todavía con el susto en el cuerpo.

Tras ser instalados en la zona de recogida de equipajes, el pasaje permaneció durante más de tres horas sin saber qué había ocurrido oficialmente (nadie les informó sobre el fuego en el motor) y siendo atendidos por el personal de tierra del aeropuerto, de la subcontrata de la aerolínea que les transportaba (en Manises no hay delegación oficial de British Airways) y por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado con más voluntad que organización. "Hasta había una chica que volaba con nosotros que era la que iba traduciendo al inglés a los pasajeros que no hablaban español, porque ni eso", comentaban.

Al otro lado de las puertas de llegada, la indignación era parecida entre los familiares y amigos que habían ido a recogerlos: los había con más suerte y estaban en contacto con sus seres queridos vía móvil. Otros, esperaban con caras largas a que sus familiares pudieran recoger sus efectos personales en el avión o pidieran prestado el móvil a alguien para comunicar que estaban bien "porque nadie del aeropuerto se ha dignado a venir a decirnos nada", se quejaba Marga, una valenciana que esperaba a su hermana, su cuñado y sus sobrinos.

Pasada la pesadilla, quedaba otra bien distinta: la burocracia para poder recuperar las maletas. El personal de Aena les dirigía al piso de arriba, a la ventanilla de la contrata de British Airways en el aeropuerto en la que ya hacían cola 200 personas para reclamar: también los que tenían que haber cogido ese avión que tenía que regresar anoche a Londres. Esos pasajeros fueron reubicados para un vuelo este martes a las dos de la tarde.