Marcos Vidal González, el autor confeso del homicidio de Manuel Rivas Muíños en Ponte Caldelas en 2015, hizo ayer uso de su derecho a la última palabra al término del juicio que se celebró en la Audiencia de Pontevedra. Lo hizo para reiterar la autoría de los hechos y para volver a manifestar el amor que sentía por la viuda del fallecido, Sandra M. A.

También para apuntar algunos detalles que le podrían beneficiar si el jurado los tiene en cuenta, como que no quiso hacer sufrir ni al fallecido ni a la viuda, dado que la Fiscalía y las acusaciones tildan lo sucedido como un asesinato con ensañamiento. "No me ensañé con él, la pelea fue la que fue, duró apenas un minuto y luego le saqué una foto y se la mandé a Sandra para que me creyese y llamase a una ambulancia", manifestó.

El acusado comenzó su alocución al tribunal pidiendo perdón a la familia de la víctima y agradeciendo el "respeto" con el que han tratado a sus propios allegados. Luego volvió a reconocer la autoría de lo sucedido de manera genérica. "No voy a rebatir nada a la acusación particular y al Ministerio fiscal, al fin y al cabo, los hechos son los que son, nunca lo oculté", dijo.

Pero sí quiso dejar varias cosas "claras". La primera, que había tres juegos de llaves del piso de Sandra M. A., en el que se produjeron los hechos. Afirmó que uno estaba en la puerta, otras eran las llaves de Sandra y que otro juego lo tenía él. "Si no lo entregué es porque no sabía donde estaban", dijo. El fiscal y una de las acusaciones particulares lo duda y cree que se coló en el edificio y esperó a que la víctima abriese la puerta para salir de casa para acometerlo.

La segunda aclaración que quiso hacer Marcos Vidal fue manifestar que no envió a Sandra la foto de su marido agonizando (o ya muerto) con el propósito de aumentar el dolor de ambas víctimas o mofarse de la viuda. Reiteró que tras acuchillar a Manuel reiteradamente, en un total de 25 acometidas, según el fiscal, llamó a Sandra para contarle lo que había hecho pero que, sin embargo, "ella no me creía". "A pesar de la llamada ella lo negaba", así que dijo que le envió la foto para que se convenciese y llamase a una ambulancia y no "para hacerla sufrir o burlarme de ella".

La mujer que quería

"Sandra era mi vida, señoría, era mi vida", manifestó el acusado, quien aseguró que, pese a lo que dice mi familia, "a día de hoy, cuatro años después", sigue afirmando que fue "la mujer a la que quería". Afirmó que tras acuchillar a Manuel Rivas Muiños, colocó su cuerpo encima de la cama "con todo el respeto que se merecía".

Estas palabras trataban sin duda de rebatir el discurso que instantes antes había pronunciado el fiscal a la hora de emitir sus conclusiones definitivas sobre estos hechos. El representante del Ministerio público insistió en que Marcos Vidal González es autor de un delito de asesinato por el que solicita 20 años de prisión y pide que se le apliquen las circunstancias agravantes de ensañamiento, abuso de superioridad y la atenuante de confesión.

La Fiscalía cree que "su voluntad no solo era matar, sino también hacerlo sufrir" y recordó que la muerte de Manuel fue "realmente cruel".