El sangriento crimen que ayer estremeció a Mieres brota de una muy compleja disputa familiar que del modo más brutal transcendió de golpe el ámbito de lo privado. Luis Salazar era natural de Benavente y forma parte de una familia numerosa compuesta por diez hermanos. Dos de ellos acudieron ayer a la comisaría de Mieres nada más enterarse de lo sucedido y su declaración resulta perturbadora: el propio Luis Salazar les había contado que a raíz del embarazo fue desplazado de la relación como "si ya no fuera necesario para su mujer, sintiéndose anulado". La situación empeoró una vez nació el niño. "Desde entonces la madre sólo vivía para el niño, impidiendo a Luis una relación normal tanto con el recién nacido como con su pareja". La familia paterna sostiene que todos los tíos han tenido muchas dificultades para ver al bebé. El último fin de año el matrimonio lo pasó en Zamora: "La mujer de Luis se encerró en la habitación con el niño y no se relacionó con nadie, provocando una situación incomodísima que ninguno de los allí presentes comprendía", explicaron ayer los hermanos del fallecido en la comisaría.

La víctima se quejaba de que su suegra "no salía de casa y esa situación no ayudaba a normalizar la situación de pareja". Desde el entorno de la familia de la madre del niño se sostiene que los problemas fueron desencadenados por los "celos" que Luis Salazar tenía a su hijo.

El pasado septiembre la madre del niño decidió irse a vivir con sus padres y el fallecido optó por instalarse con una de sus hermanas en Oviedo hasta hace unos días, que regresó al domicilio familiar para poder estar más cerca de su hijo.

Recientemente, conoció las medidas judiciales que acordaban la custodia y visitas que le correspondían. "Se encontraba muy ilusionado porque este fin de semana, por fin, le tocaba pasarlo con su hijo en solitario, cuestión que se había resuelto judicialmente hace unos quince días aproximadamente", apuntaron ayer los hermanos.