Tres meses y medio después de que falleciera ahogada la niña madrileña Ana Reyzábal Rus, de14 años, durante una excursión por el río Cares, la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón ha detenido al dueño de la empresa de aventuras que organizó el fatídico descenso en canoa. Al empresario, J. M. D. C., de 48 años y vecino de Cantabria, se le acusa de un delito de homicidio imprudente. Fue arrestado el pasado día 7 de octubre y está pendiente de declarar ante el Juzgado de instrucción de Llanes. Según las investigaciones hechas por la Guardia Civil, el negocio cometió cuatro irregularidades: no tenía autorización para realizar piragüismo en aguas rápidas -el Cares es considerado un río de aguas bravas-, los monitores no disponían de la formación necesaria en primeros auxilios y seguridad, no cumplía la ratio de guías por cliente suficiente y carecía de medios alternativos de comunicación, como emisoras o vehículos de apoyo. La empresa, que sigue funcionando, rechazó ayer hablar con LA NUEVA ESPAÑA.

Los hechos ocurrieron el pasado 3 de julio. Una veintena de adolescentes, procedentes del campamento Layos Camp de Comillas, iniciaron un descenso en canoa por el río Cares a las 16.00 horas desde un punto próximo a Arenas de Cabrales. Con ellos iban tres monitores de una empresa con base en Peñamellera Baja y con la que el campamento llevaba trabajando hace 25 años. Unas dos horas después de la salida, la canoa de dos plazas en la que viajaban la joven fallecida junto con otra niña volcó al llegar a una zona de rocas y rápidos existentes pasada la localidad de Mildón, en Peñamellera Alta. Por desgracia, Ana Reyzábal quedó atrapada bajo el agua.

Las labores de rescate, llevadas a cabo por la Guardia Civil y en las que participaron efectivos de Seguridad Ciudadana, del GREIM de Cangas de Onís, del Grupo Especial de Actividad Subacuáticas (GEAS) y de Bomberos de Asturias, concluyeron a las 00.00 horas de ese 3 de julio negro, con la extracción del cuerpo sin vida de Ana. La propia compañía organizadora del evento confesó a LA NUEVA ESPAÑA que estuvieron "a punto de cancelar la excursión". "Vimos que había poca agua y eso hace que el río vaya con fuerza", explicaron. Independientemente de ello, el punto donde falleció la niña madrileña, en Mildón, es "peligroso", "exigente" y, desde luego, "muy complicado" para menores, según el testimonio de otros empresarios del sector. De hecho, muchos llevan décadas sin pasar por ese tramo. "Hace 25 años que no navegamos por allí. No merece la pena complicarse la vida. Es una zona muy compleja. Y yo me pregunto: ¿qué necesidad hay de meter críos ahí teniendo otras zonas mucho más acordes?", afirmó ayer Manuel Lamadrid, responsable de Devatur, que organiza precisamente actividades en el Cares.

Las investigaciones realizadas por la Guardia Civil durante más de tres meses demostraron que la empresa de aventuras de Peñamellera Baja incurrió hasta en cuatro irregularidades. La primera: no tener autorización para piragüismo de aguas rápidas, pese a "publicitar en su página web lo contrario". "El Cares, en alguna de sus zonas, y concretamente en el rápido donde se produjo el accidente, está considerado como un río de aguas bravas, para lo cual se debe tener autorización para la actividad de canoa-raft", dice la Guardia Civil. Segunda irregularidad: los monitores "no disponían de formación en materia de primeros auxilios, seguridad y protocolos de prevención de accidentes y evacuación".

Tercera negligencia: la empresa no cumplía con "la ratio de guías cualificados por cliente que se estima conveniente para la actividad, lo que pudo ser clave -dice la Guardia Civil- en la demora de búsqueda de la niña tras caerse al río (de 10 a 30 minutos), tras un vuelco de varias canoas en el mismo punto y no llevar a cabo un recuento inmediato de los menores". Cuarta y última irregularidad: la compañía "carecía de medios alternativos de comunicación como emisoras y vehículos de apoyo, lo que demoró en más de una hora la comunicación con los servicios de asistencia debido a la escasa cobertura telefónica existente en la mayoría del recorrido efectuado".

Era la tercera vez que Ana Reyzábal, descendiente de una saga de conocidos empresarios madrileños y familiar de la cantante Barei, que participó en Eurovisión, pasaba los veranos en el campamento Layos Camp, aunque era el primero en su sede de Cantabria. Lo que iban a ser unas vacaciones de diversión se tornaron en desgracia."Lo barato en una actividad de aventura puede salir caro"

El trágico suceso ocurrido este verano en el río Cares afecta "doblemente" a las empresas de turismo activo de la región. Negativamente, dicen, porque empaña la imagen del sector, y positivamente, porque "se pondrá más cuidado" a la hora de contratar actividades de aventura. Así lo cree Julio Bobes, al frente de Planeta Palombina y de la Asociación de Turismo Activo de Asturias. Los empresarios advierten de que "lo barato en una actividad deportiva puede salir caro". "Tenemos que concienciar a los clientes. Con precios muy bajos es imposible garantizar la seguridad y tener suficientes monitores", afirman.

En ello profundiza Ricardo Soto, "Calo", director de la Escuela Asturiana de Piragüismo y un reconocido empresario del sector. "Este hecho es irreparable y es una fatalidad que no debería haber ocurrido. Pero creo que servirá para concienciar al cliente de que en el turismo activo la seguridad es lo primero, y, por ello, se ha de estar bien informado acerca de la empresa que se contrata y de la titulación que tienen los monitores que desarrollan la actividad", manifiesta. En general, agrega, "hay que plantearse que el low cost en una actividad deportiva puede salir caro". "El low cost en el turismo activo no es una opción", insiste.

Lo mismo opina Manuel Lamadrid, responsable de Devatur, que opera en el Cares. "Yo he visto contratar actividades por debajo de su coste. Y siendo así la vas a hacer mal sin lugar a dudas. Tenemos que concienciar a los clientes. Espero que esto nos sirva a todos para pensar", analiza Lamadrid, que cree que el fallecimiento de la niña madrileña "es complicado para todos". Javier Gallardo, que dirige Montañas del Norte, con descensos por el Sella, asegura que todos los empresarios del sector deberían "cumplir las normas", pero desgraciadamente "no es así". "En el Sella hay un follón grande y no pasa nada. Pero puede pasar hoy o mañana mismo. Lo ocurrido perjudica mucho a las compañías que somos profesionales. Para dar no solo calidad sino seguridad, eso cuesta dinero", señala. Y algunos clientes "no lo ven".

Julio Bobes, de Planeta Palombina, advierte en este sentido que en muchas ocasiones quienes contratan las actividades de turismo activo son centros educativos. "Y nunca sabes dónde la puedes tener", dice. El caso de la niña madrileña lo demuestra. Por eso, Bobes, como portavoz del colectivo, insta una vez más a la Administración a "llevar un control de las empresas" no solo a nivel de seguridad, sino económico. "Hay gente que no paga los impuestos a los que tenemos que hacer frente el resto", denuncia.