Comienza el juicio por el asesinato de Javier Ardines y, como era de esperar, varios de los acusados echarán mano de una de las pruebas más controvertidas encontradas durante la investigación: los restos de ADN hallados en las vallas que los autores del crimen colocaron en el trayecto del concejal llanisco para obligarle a salir del coche y poder atacarle mejor. Esos vestigios corresponden a una mujer que, según las defensas de Pedro Luis Nieva, el presunto inductor del crimen, y Maamar Kelii, uno de los supuestos autores materiales, mantendría una relación con la víctima. Sería además el único vestigio biológico hallado en un elemento crucial en la comisión del crimen. Lo que vienen a decir estos acusados es que hay más pruebas contra esta mujer que contra ellos, ya que no se encontraron vestigios de ADN pertenecientes a los acusados.

El letrado de Pedro Luis Nieva, Francisco Javier Beramendi, indica que "ni planeó, ni se concertó con terceras personas, ni tuvo intervención directa ni indirecta alguna en los hechos que acabaron con el fallecimiento" de Ardines. Indica además que "en las vallas que se encontraban en el camino se han hallado, exclusivamente, restos biológicos correspondientes a dos personas, correspondiendo el ADN de los mismos al fallecido y una mujer (...) Igualmente se ha identificado ADN de esta misma mujer en la manilla de la puerta del conductor, así como en el volante del vehículo en el que viajaba el fallecido en el momento de los hechos. También ha sido posible la identificación de ADN correspondiente a la mujer bajo las uñas del fallecido. Francisco Javier Ardines González mantenía una relación con dicha persona, circunstancia que ocultaron o pretendieron ocultar a sus respectivas parejas".

Y añade que Ardines "era, en el momento de su fallecimiento, concejal del Ayuntamiento de Llanes, perteneciendo al equipo de gobierno. Su trabajo en el Ayuntamiento le generó fuertes enfrentamientos con funcionarios y personal empleado por el Ayuntamiento, con vecinos del municipio por las decisiones que tomaba la Corporación municipal, así como con concejalas del propio Ayuntamiento. Señalar que años antes Ardines había tenido, igualmente, algún enfrentamiento con algún vecino por motivos personales". Finalmente, resalta que en la casa de Amorebieta de Pedro Luis Nieva no se encontró objeto alguno que le vinculase con el crimen. La Guardia Civil y la Fiscalía, en virtud de las declaraciones de Jesús Muguruza y Djilali Benatia, consideran que Nieva contrató a este y a Maamar Kelii para matar al concejal, que tendría una relación de treinta años con la esposa del vizcaíno, prima a su vez de la esposa del concejal.

La defensa de Maamar Kelii, a cargo de Fernando Barutell, sostiene que el argelino pasó la noche del 15 al 16 de agosto de 2018 en su casa de Bilbao, y que no se desplazó a Belmonte de Pría para cometer el crimen. La Guardia Civil sitúa al argelino en el pueblo llanisco tras rastrear un teléfono móvil. El argelino dice que lo perdió y que, además, podría haber sido utilizado por otra persona de su familia. Y pone el acento también en el hecho de que los únicos vestigios encontrados en la escena del crimen, el ADN hallado en las vallas, el coche y el propio cuerpo de Ardines, se corresponde con una mujer relacionada con el exconcejal. Por otro lado, niega que escapase de la Justicia, como pretende la Guardia Civil, ya que sus viajes a Argelia y Suiza eran por razones económicas y familiares.

Maamar Kelii tiene una mejor perspectiva desde que Djilali Benatia negó que participase en los hechos y denunció a través de su letrado, Adrián Fernández, "presiones" por parte de la Guardia Civil, que le habrían empujado, según él, a confesar un crimen que en realidad no cometió. No solo eso, el letrado de Jesús Muguruza, Luis Mendiguren, podría plantear la nulidad del interrogatorio realizado a su defendido. Fue entrevistado como testigo por los agentes sin presencia de su abogado y terminó incriminado.