El Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de desastres sísmicos de la Universidad de Granada ha achacado los terremotos de las últimas horas al hundimiento que sufre la Cuenca de Granada, en cuyo borde se encuentran las fallas que los causan, y los ha incluido en una serie que comenzó "hace tiempo".

Así lo ha explicado a preguntas de los periodistas la responsable de prevención de este instituto, Mercedes Feriche, quien visita junto a técnicos especialistas la localidad granadina de Santa Fe, donde ase localizó el epicentro del terremoto de magnitud 4,4 que causó daños en viviendas en este municipio y en Atarfe.

De este modo, ha recordado que el terremoto registrado "ha sido pequeño" y que ni siquiera se considera moderado, si bien reconoce que ha causado una gran alarma social puesto que ha sido superficial y se ha producido cerca de localidades que están densamente pobladas.

Ha recordado que Granada se encuentra actualmente en una serie sísmica que comenzó hace "bastante tiempo" y que consiste en una serie de enjambres, calificativo que reciben el conjunto de terremotos que se producen en poco espacio de tiempo y en el mismo lugar y de los que no destaca ninguno en particular pero sí varios.

El registrado este sábado a las 12.15 de magnitud 4,4 es el terremoto principal de la serie, si bien "no quiere decir que deje de haberlos", ha añadido Feriche, quien considera que para poder conocer cómo funcionan estas zonas desde el punto de vista sismogenético debería tenerse instrumentación durante siglos y esta es "muy reciente".

En este sentido, ha recordado que los temblores están relacionados con las fallas que se sitúan al borde de la Cuenca de Granada, que se está "hundiendo" por su propio peso y por el acumulo de materiales, lo que unido al hecho de que existen un montón de abanicos aluviales que cruzan entre sí provoquen los seísmos.

Estos terremotos son de una "normalidad relativa", ha dicho Feriche, quien ha asegurado que para los expertos es normal que se produzcan, aunque no para la población porque "no hay memoria generacional", ante lo que ha recordado que el último terremoto destructor en España fue el de Lorca en 2011 y que en Granada hay que remontarse a 1956.

"Hay que pensar que vivimos en zona sísmica y pueden producir daños", ha aseverado esta especialista, quien considera que esto debe aplicarse a la vida educativa, personal y a todos los niveles.

También ha reconocido que si los terremotos fueran más grandes sí evitarían uno mayor, pero el tamaño de los temblores se mide por diversos factores y para que se pueda evitar que haya uno de magnitud 7 deben producirse al menos 32 de magnitud 6 o 1.000 de magnitud 5, por lo que uno de 4,4 "no significa gran cosa".

Los técnicos revisarán instalaciones y edificios de Santa Fe, algo que ya hicieron este sábado en Atarfe y que, según Feriche, dejó daños de grado 1 y 2, lo que se considera como "leves" en zonas concretas de esta localidad con un terreno blando y saturado de agua.

Ante los seísmos, ha abogado por hacer una labor divulgativa, colaborando con colegios para que los niños sí puedan decir a los padres cómo han de comportarse, con una norma fundamental: "Durante el terremoto hay que quedarse dentro, si salimos nos pueden caer restos, como pasó este sábado o en Lorca en 2011", ha concluido.