El amor de una madre, dicen, es incondicional y eterno. Pero tiene sus riesgos. Dos mujeres han sido condenadas por llevar drogas a sus hijos, recluidos en la cárcel de Palma, para que las vendieran a otros internos y se sacaran un dinero con el que hacer más llevadera su vida en el penal. Colaron en prisión hachís y heroína, pero los funcionarios descubrieron la mercancía y ambas acabaron metidas en un lío judicial. Corrían serio peligro de pasar ellas mismas una larga temporada entre rejas. Este jueves consiguieron evitarlo, tras pactar con la Fiscalía antes de sus juicios. Aceptaron 12 y 18 meses de cárcel respectivamente, que en principio no cumplirán porque no tenían antecedentes. El hijo de una de ellas de también fue condenado.

Josefa, de 62 años, tenía concertada una visita vis a vis con su hija, una joven que llevaba un tiempo encarcelada. El 8 de mayo de 2019, poco antes del mediodía, entró en el módulo de visitas de la prisión de Palma para encontrarse con ella. Los funcionarios la sometieron a un cacheo rutinario y descubrieron que llevaba tres envoltorios sospechosos escondidos entre la ropa.

En uno de los paquetes había 36 gramos de hachís, valorados en unos 214 euros. En otro, medio gramo de heroína cuyo precio en el mercado negro ronda los 85 euros. En el tercero, 20 pastillas y 31 trozos de una sustancia que, tras ser analizada, se comprobó que no está prohibida.

La mujer fue detenida y acusada de un delito contra la salud pública. La Fiscalía pidió para ella una dura condena: siete años de cárcel y mil euros de multa.

La madre compareció este jueves en la Audiencia Provincial de Palma, donde iba a celebrarse el juicio. Su abogada y el fiscal alcanzaron un acuerdo de conformidad antes de la vista que salvó a la mujer de ser encarcelada. Ante el tribunal, reconoció los hechos, se declaró autora del delito y aceptó una condena de un año y medio de prisión y 300 euros de multa. Como no tenía antecedentes penales, el acuerdo incluye que la pena de cárcel quede suspendida.

Una suerte parecida corrió minutos después Francisca, de unos 60 años, que el 6 de noviembre de 2018 consiguió sortear los controles de la cárcel de Palma para darle droga a su hijo preso. La madre se las apañó para colar seis barritas de hachís, con un peso total de 111 gramos, y dárselas al joven en un encuentro vis a vis. Poco le duró la alegría al chico, porque minutos después los funcionarios descubrieron la droga. La llevaba escondida en los calzoncillos.

Madre e hijo acabaron acusados también de un delito contra la salud pública y afrontando una petición de dos años y medio de cárcel para cada uno. Su abogado, Gaspar Oliver, logró un acuerdo con el fiscal y minimizó los daños. La mujer y el joven, que sigue preso y compareció en el juicio a través de videoconferencia, admitieron los hechos en un juzgado de lo penal y aceptaron finalmente sendas penas de un año de prisión y 700 euros de multa. Ella no tenía antecedentes hasta ahora y también su condena queda suspendida.