La pequeña tenía 5 años cuando su madre comenzó una relación sentimental con un individuo que comenzó a hacer "las veces de padre", tal y como se lee en el relato de hechos probados de la sentencia. El hombre, cuando se quedaba a solas con la menor, la sometía a tocamientos, le ponía pornografía y le mostraba a la niña su pene "diciéndole que se lo tocara y que, si no lo hacía, la castigaba". "También le decía que, si contaba algo a su madre, él iría a la cárcel y se quedarían en la calle", detalla el citado documento judicial. De 2012 a 2016 continuaron los abusos. 

Tenía ya la víctima 9 años de edad cuando una noche contó a su madre lo que le estaba pasando: "Mamá, perdóname, papá me toca en mis partes; no quiero vivir, quiero coger un cuchillo y quitarme la vida, siento que me estoy volviendo loca", le dijo. La madre llegó a poner frente a frente a la pequeña con el hombre, la niña dijo a su madre "no digas nada, no discutáis", se dio "una situación de gran tensión", apunta el tribunal, y el sujeto se fue de la vivienda. Días después, según declararía luego la madre en sede judicial, el hombre llegó a reconocerle a ella que "parte de lo que decía la niña era verdad, que no sabía lo que le había pasado por la cabeza cuando le enseñó sus genitales, que se le había metido el diablo en la cabeza". La mujer explicó que "él lo único que hacía es llorar, parecía que le estaba dando un ataque de ansiedad, y que le repetía que le llevara a un médico o a un psicólogo".

La madre llevó a la pequeña a un hospital, donde le hicieron un reconocimiento médico de urgencia y le tomaron muestras de la zona de la cara interna del muslo, próxima a la genital: un análisis determinó que el ADN era del padrastro. La víctima, que ahora tiene 14 años, sigue sufriendo "un bloqueo emocional y un intenso sentimiento de culpa y vergüenza como consecuencia de la herida psíquica" que le produjeron los abusos sufridos. 

El sujeto, que ahora tiene 60 años, alegó que la denuncia parte porque él vio a la menor "mirando una página porno en el ordenador de la familia y que, al reñirle, la niña se enfadó". En cuanto a la víctima, declaró que "sabía que había hecho mal al no contarlo antes", pero que no lo hizo porque "veía a su madre feliz": habló al ver que el hombre comenzaba a tratar también mal a la mujer.

La Audiencia Provincial de Murcia ha condenado al individuo a once años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales. Ha de indemnizar a su víctima con 6.000 euros por daños morales. Cuando salga de la cárcel, estará cinco años más en régimen de libertad vigilada. No podrá aproximarse a su víctima durante doce años.