Sobre las 12.30 horas del miércoles de la semana pasada, un agente de la Policía Nacional que presta servicio en Lonzas conducía en su coche particular por la tercera ronda cuando vio delante de él un automóvil que circulaba en zigzag, dando volantazos. “Yo había quedado para comer, estaba fuera de servicio” explica el policía, que prefiere no dar su nombre “pero vi que estaba poniendo en peligro a los demás conductores: intentaron adelantarlo varios coches pero no pudieron”. Pensando que era “un simple borracho” se puso a su altura, y entonces vio cómo el conductor, un varón que llevaba a una mujer de copiloto, arrojaba un cuchillo por la ventanilla. Aún no lo sabía, pero era un caso de violencia de género, y, según le declararía después la mujer, pareja del conductor, este “sacó un cuchillo que tenía escondido en el coche y se lo puso a la altura de la barriga”.

El agente, en un primer momento, dio distancia y alertó al 091 mientras seguía al vehículo. “Dentro del coche veía aspavientos, una discusión, y mientras estaba hablando con una compañera vi cómo el hombre tiraba un teléfono móvil” por la ventanilla, cuenta el agente. También observó cómo la acompañante abría la puerta del coche hasta en dos ocasiones. “Ahí ya intervengo, hay que prevenir, tanto la situación de violencia como el peligro hacia otros conductores” explica el policía, al que el caso le recordó a una intervención ocurrida hace unos años en la que arrojaron a una mujer, que acabó falleciendo, de un coche en marcha. Se puso al lado del vehículo y le hizo señas para que se detuviese en el arcén, sin esperar a que llegasen sus compañeros. El hombre le hizo caso y, aunque al principio se mostró poco colaborativo, incluso cuando el agente se identificó como policía, “se le dijo que estuviera calmado”. La mujer contó, entonces, su versión: habían discutido en casa, siguieron en el coche, y allí el hombre la amenazó primero con un cuchillo y luego, cuando ella cogió el móvil para llamar a la policía, se lo arrebató y lo tiró por la ventanilla.

“Ella contó que ya habían tenido otras discusiones en las que había habido agresiones” explica el agente “y que había recibido de su pareja bofetones y tirones de pelo, pero nunca lo había denunciado”. Esta fue la “gota que colmó el vaso”. En el lugar se detuvo otra conductora, que había intentado adelantar al hombre en dos ocasiones y que sirvió de testigo, y otros agentes que se llevaron detenido al hombre. Su pareja, una vez trasladada a la comisaría, se decidió a denunciarlo. Al detenido se le imputan amenazas con arma blanca y coacciones, a mayores de los delitos de tráfico que puedan derivar de su conducción errática.

Todo ocurrió en poco tiempo, en poca distanca, unos dos kilómetros que el hombre recorrió a “acelerones y volantazos”. El agente volvió a hacer el camino en más de una ocasión ese día: una poco después de la intervención, para recuperar el móvil de la mujer, y luego por la tarde, ya trabajando, hasta que encontró el cuchillo. El agente, un palense de 34 años, 15 de servicio en la profesión y ocho en la comisaría de Lonzas, anima a todas las mujeres que reciban agresiones, amenazas o coacciones de sus parejas a denunciar sin dilación.