En el atropello mortal del 17 de septiembre en Roldán (Torre Pacheco) no solo perdió la vida Abdellah, el conductor del coche que se estrelló contra la terraza: también murió un hombre, Oliver, que se encontraba almorzando con su esposa en el establecimiento cuando el Volkswagen Golf que conducía el vecino de El Jimenado se le echó encima. Otros clientes del lugar sufrieron lesiones, afortunadamente de carácter leve. Si se confirma que el suceso fue un atentado yihadista, como investiga la Audiencia Nacional, tanto los familiares de Oliver como las personas heridas podrán beneficiarse de una serie de ayudas que contempla el Gobierno de España paras las víctimas del terrorismo.

Y precisamente la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) ha anunciado que se va a personar en las actuaciones que se siguen en el tribunal en el cual se inhibió el Juzgado de San Javier cuando comenzaron a aparecer los indicios que apuntaban a que lo acontecido no fue accidental.

Los investigadores ven signos de radicalización, en especial por lo que ponía en los manuscritos que el joven Abdellah atesoraba

La AVT ha puesto a disposición de los afectados sus recursos, desde el punto de vista legal, médico y psicológico, a la espera de ver qué determina la Audiencia. 

Mientras tanto, la investigación continúa abierta y bajo secreto del sumario. Fuentes cercanas al caso apuntan que, sea o no Abdellah una persona con problemas mentales, el atropello tiene componentes de yihadismo, por lo que ponía en los manuscritos que el joven atesoraba. El chico, que llegó a España cuando era menor de edad y pasó una temporada en un centro de menores de Valencia, no tenía trabajo ni ningún problema mental diagnosticado, y pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en el dúplex cuya buhardilla tenía alquilada

"Asesinatos telepáticos"

Precisamente su internamiento en el centro de menores está en el punto de mira de los investigadores, ya que habría sido en ese tiempo, según se desprende de los escritos que tenía en su poder, donde Abdellah habría presenciado una serie de actos violentos que le marcarían, entre ellos unos hipotéticos «asesinatos telepáticos», como ponía textualmente una de sus cartas. 

La hipótesis más plausible es que en Abdellah confluyesen ambos factores: problemas psiquiátricos no medicados y la atracción por la Yihad, alimentada en la soledad de su buhardilla. Podría ser considerado, por tanto, un ‘lobo solitario’, pues actuó solo e inspirado en organizaciones radicales, sin tener en realidad una dependencia operativa ni vínculos reales con ellas.