Cinco pistolas —una de ellas camuflada como bolígrafo— y un punzón extensible oculto dentro de un colgante, además de un elevado número de cartuchos, bolas de acero y otros tipos de munición. Es el arsenal que intervinieron agentes de la Policía Local de Valencia en la madrugada de ayer en el domicilio de un vecino de ese municipio con tres dolencias mentales graves diagnosticadas después de que amenazara con un cuchillo de cocina a su hija de 15 años.

Armas de fuego y blancas, y munición intervenidos en la casa. | LEVANTE-EMV

Los hechos sucedieron en plena madrugada, sobre las 4.20 horas, cuando la madre de la menor llamó a Emergencias para pedir ayuda porque su hija, que llevaba cinco días viviendo con su padre, acababa de ser amenazada por su exmarido y temía por ella, ya que el hombre sufre distintas patologías psiquiátricas y llevaba varios días con brotes cada vez más agudos.

De hecho, la mujer fue y rescató a su hija, a quien llevó a su domicilio, pero regresó para facilitarle la entrada a la Policía con las llaves que conservaba, aunque no fue necesario, porque fue el hombre, de 48 años, quien les abrió al escuchar ruidos en la cerradura. Una vez dentro, el exmarido se mostró colaborador y admitió no solo las amenazas a su hija, sino que condujo a los agentes hasta el cuchillo, que estaba en su dormitorio, y les mostró también un revólver y una navaja multiusos abierta que guardaba bajo la almohada.

Al parecer, el hombre ha sido diagnosticado de esquizofrenia paranoide y sufre un trastorno obsesivo compulsivo, así como tendencias depresivas. En el momento de llegar la Policía, su actitud extraña —estaba sudoroso, gesticulaba de manera incontrolada y no articulaba bien— llevó a los agentes a preguntarle por su estado, y fue entonces cuando les reveló no solo que había consumido alcohol, cocaína y algún fármaco, sino que además tenía ideas suicidas. De hecho, al terminar la intervención policial, el hombre fue trasladado por una ambulancia del SAMU al Hospital Arnau de Vilanova, donde se le realizaron pruebas de tóxicos, y después al de Llíria, en cuya unidad de Psiquiatría quedó ingresado.

Antes de eso, acompañó a los policías en el registro de su habitación, donde los agentes hallaron un bolígrafo pistola, otras tres armas cortas más —además de la que estaba debajo de la almohada— y 16 recipientes repletos de distinta munición de varios tipos de calibre. Al parecer, el hombre, que no fue detenido, les explicó que vivía rodeado de armas —alguna, lista para disparar— porque «temía por su vida» y que lo mejor es que se las llevaran.