Jean-Luc Aschbacher y Christian Arson se han convertido en dos ancianos. Están más delgados y ofrecen estos días en la sala de la Audiencia de Tarragona un aspecto incompatible con los pecados que los han traído finalmente hasta aquí. Son los responsables de la mayor red de explotación sexual infantil que se ha desarticulado en España hasta la fecha. La fiscal Ana Farrero pide para ellos, en su calificación inicial, más de mil años de cárcel. 

Dueños de la productora Aschom SL, Aschbacher y Arson filmaron en Cataluña –entre 2001 y 2015– miles de películas de pornografía infantil que consumieron un total de 593 clientes: 43 españoles y 550 extranjeros. A través de una web de pago, Aschbacher y Arson compartían el material que habían producido captando a niños de familias desestructuradas o en situación de desamparo –al menos siete de ellos estaban bajo la tutela de la DGAIA (Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència)–. Desinhibían a los menores con alcohol y vídeos eróticos para heterosexuales. Después abusaban de ellos y lo grababan. Desde el lunes se les juzga en Tarragona por estos hechos. Cada día llegan a la sala conducidos por los Mossos d'Esquadra desde la cárcel de Mas d'Enric. Cruzan la Audiencia esposados y después toman asiento para seguir un juicio que se celebra a puerta cerrada para proteger la intimidad de las víctimas. Algunos gráficos, como la ACN, pudieron entrar el pasado martes para tomar imágenes antes de que arrancara la sesión. Aschbacher y Arson se dieron la vuelta para ocultar su cara.

No todas las grabaciones por las que ahora deberán responder estos dos ciudadanos franceses se rodaron en el estudio de Aschom SL, que originalmente estuvo en la calle de Tapioles de Barcelona y en 2011 se montó en una casa de Tortosa, hasta 2015. Aschbacher y Arson también viajaban por el mundo con la cámara de vídeo bajo el brazo, buscando críos tan vulnerables que no pudieran negarse a sus peticiones. En sus cintas aparecen abusos que sufren niños de suburbios de Sri-LankaTailandiaLaosCamboyaTúnezSingapurBaliJavaTurquíaRepública ChecaKenia y Francia. Los agentes del Grupo 3 de la Unitat Central de Delictes Informàtics de los Mossos tuvieron que revisar los más de tres millones de imágenes que acumularon para tratar de identificar a todas las víctimas posibles, un descenso a los infiernos que hicieron en compañía de Farrero, delegada de Criminalidad Informática de la Fiscalía de Tarragona, y de la mano de Ester Cabanes, la actual directora de la DGAIA y la misma que en 2015, estando entonces a cargo de los servicios territoriales de la demarcación de Terres de l’Ebre, pidió a la policía que llamara a la puerta de Aschom SL. Aquel descenso a los infiernos permitió identificar a 103 víctimas.

El resto de la mafia

Aschbacher y Arson son los jefes de una red que completaban Youness en NaciriJosé CardonaFernando Aguilera (exagente de la Ertzaintza), Martín R. Chanzá y Miguel Avilés. Youness fue víctima antes que victimario: aparece en las primeras grabaciones que llevó a cabo la productora. Era espabilado y le propusieron que se quedara. Se convirtió en un anzuelo para atraer a más chicos tan vulnerables como lo era él. Cardona y Aguilera colaboraban con sus propias cintas rodadas en una casa azul ubicada en el barrio del Cabanyal de València. Avilés, desde Granada, operaba del mismo modo. Chanzá, vecino de Cubelles, aportaba grabaciones de cámara oculta a una mafia que estuvo plenamente operativa casi quince años. Cardona, Aguilera, Avilés y Chanzá fueron juzgados en noviembre de 2019 y condenados a 132 años, 59 años, 43 años y 20 años de cárcel respectivamente. Aschbacher y Arson no han sido juzgados hasta ahora porque se dieron a la fuga junto a Youness después de participar en las primeras sesiones de la vista oral. Ambos fueron capturados año y medio después en un operativo de la policía francesa en Six-Fous Les Plages, un municipio de la Provenza. Youness sigue en paradero desconocido.

Su fuga ha obligado a celebrar otro juicio tan duro como lo fue el de 2019. Sobre todo para las víctimas, que quizá tengan que volver. Este segundo proceso, que se alargará hasta principios de diciembre, ha arrancado con la declaración de Aschbacher. Arson, en cambio, ha pedido ser interrogado al final. Aschbacher, durante su turno de palabra, ensayó algo parecido a una confesión que, según las fuentes jurídicas consultadas, acabó convirtiéndose en otra cosa cuando llegó a cuestionar la resistencia real que oponían unos menores a los que humillaba porque no tenían nada. Ni siquiera familia.