"No había visto algo así en más de 20 años de profesión". La frase de Gonzalo, cabo de los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria, refleja lo que se encontraron cuando entraron en un piso del barrio capitalino de Schamann donde hallaron este jueves el cadáver de un mujer, que según los vecinos se llama Mapi, tiene 51 años de edad y trabajaba en los juzgados de Santa María de Guía; entre montañas de basura que acumulaba en las habitaciones que delatan un caso severo de síndrome de Diógenes. La primera inspección apunta a que podría llevar entre una semana y diez días fallecida debido al evidente estado de composición que presentaba, y que la muerte sería por causas naturales, aunque será la autopsia la que determine qué provocó la muerte.

Uno de los bomberos, al salir del número 18 de la calle Doña Perfecto del barrio de Schamann, se quitó la máscara y lo primero que dijo fue: «Ahí arriba hay una película de terror». Lo que se habían encontrado era un cadáver que se camuflaba entre montañas de basura, que incluso les impactó a ellos acostumbrados a servicios dramáticos. Todos ellos recalcaban que en veinte años de servicio apenas habían tenido uno o dos casos de síndrome de Diógenes tan severos.

Los vecinos indicaron que hacía unos diez días que no sabían nada de Mapi, una empleada de los juzgados de Santa María de Guía y de 51 años, que se encontraba de baja laboral y que vivía en el interior de la casa en la que antes residió su familia. "No la veíamos", indica Rubén Trujillo. Estaba encerrada entre las paredes del piso, del que apenas abría la puerta ni las ventanas. Tampoco salía a la calle. Comía gracias al servicio a domicilios de los restaurantes, cuyos repartidores dejaban la comida en la puerta. Desconocían que tuviera un problema tan grave. Los residentes en este bloque nunca se habían quejado de los olores hasta la noche del miércoles.

El vecino Rubén Trujillo contó que ya la noche del pasado miércoles había un hedor importante que salía del tercer piso del número 18 de la calle Doña Perfecta. Ya por la mañana no aguantaron más. El fuerte olor y los cientos de moscas que había en el edificio hicieron que alertaran a la Policía Local y la Policía Nacional. Los agentes dieron a su vez aviso a los bomberos al ver que nadie abría la puerta ni podían acceder al interior. Estos últimos consiguieron entrar a la vivienda y se encontraron ante sí una imagen dantesca: montañas y montañas de deshechos que incluso llegaban hasta el techo de las habitaciones. Ya dentro, los bomberos reconocieron que les costó encontrar el cadáver de la mujer, que estaba en el salón donde aún permanecía la televisión encendida.

El traslado en un primer momento iba a corresponder a los trabajadores del furgón fúnebre, pero estos solicitaron que fueran los bomberos quienes recuperaran el cuerpo. Eran las doce del mediodía y el operativo se alargó hasta las seis de la tarde. Los profesionales del Ayuntamiento tuvieron que utilizar equipos bombonas de oxígeno para poder acceder la vivienda. En un primer momento evaluaron sacar el cadáver por la ventana, pero al abrirla vieron que era imposible: la basura caía a la calle debido a la acumulación que había en el interior. Así que, con palas y sachos, procedieron a retirar los desechos para poder llegar al cuerpo y, con cuidado, introducirlo en un sudario debido al mal estado que presentaba.

El operativo se dio por finalizado sobre las seis de la tarde, cuando el cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Las Palmas de Gran Canaria. En el lugar también se encontraban agentes de las unidades Científica y Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Canarias, quienes tomaron imágenes e inspeccionaron el domicilio, aunque esperarán por la autopsia para determinar las causas de la muerte debido a que, tal y como se encontraban, no podían determinar ninguna conclusión. La Policía Local colaboró en el tráfico en un tramo de la calle.