El líder de la secta sexual de Vistabella, acusado de delitos de abusos a mayores y menores de edad, airea su "inocencia" entre los presos de Castellón I, el centro penitenciario de la carretera Alcora donde se encuentra ingresado desde su detención. Así ha podido saberlo Mediterráneo de fuentes solventes. Como ya avanzara este diario, Antonio G.L. permanece en el módulo de enfermería debido a su condición de discapacitado físico --tiene movilidad reducida en el tren inferior y precisa de muletas o silla de ruedas para moverse-- y aunque al principio mostró una actitud altiva y maleducada con los funcionarios, días después cambió de conducta para adoptar un comportamiento más obediente. Al parecer, ahora ha comenzado a afirmar entre los internos que las acusaciones que pesan sobre él son "mentira", tras semanas en las que guardaba silencio acerca de lo ocurrido en el Mas de la Chaparra de Vistabella. 

Además del líder de la secta, también se encuentran entre rejas por estos hechos su mujer y su nuera, según las mismas fuentes consultadas. Cabe recordar que el número de detenidos en la operación llevada a cabo por la Policía Nacional ascendió a nueve.

Precisamente, este cuerpo policial dio a conocer a finales de la pasada semana cómo eran las instalaciones rurales de la organización tras la difusión del vídeo grabado durante el registro. Libros sobre cursos de milagros y esoterismo, más de un centenar de relojes de pulsera de alta gama, 15.000 euros en efectivo, cuadernos con anotaciones sobre la contabilidad y organización, dispositivos electrónicos de memoria...son solo algunos de los objetos de los que se incautaron los investigadores.

Un amplio dispositivo de agentes ejecutó el pasado día 15 la entrada y registro en la vivienda rural en una operación conjunta de la Comisaría General de Información, Comisaría General de Policía Judicial (Unidad de Atención a la Familia y Mujer Central-UFAM) y la Brigada Provincial de Información de Castellón, bajo la instrucción del Juzgado nº 6.

Según ha determinado la investigación, la operativa del líder de la secta, Antonio G.L., se prolongó durante treinta años. Durante ese tiempo, presuntamente, sometió a los miembros de la comunidad a extenuantes jornadas de trabajo dentro y fuera de la misma, además de solicitar que realizaran aportaciones económicas bajo supuestos fines altruistas, desviando ese dinero para aumentar su patrimonio familiar. 

La comunidad, que se habría establecido supuestamente bajo fines humanitarios y sociales como una hermandad de amigos, se fue transformando, poco a poco, en un grupo de carácter hermético y aislado.