Querer matar a la novia de su exmarido, el patriarca de un clan, va a sentar en el banquillo a una abuela, a sus nietos y a varios toxicómanos. Todos ellos por idear e incluso contratar a un sicario para llevar a efecto un plan que inicialmente iba a hacerse con un arma de fuego y que, ante la imposibilidad de comprarla, pensaron en usar ácido. Al final decidieron emplear la pata de madera de una mesa para agredirla. Ocurrió en agosto de 2020 en la localidad de La Muela, en Zaragoza.

La Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil fue la encargada de investigar y detener a los sospechosos en una operación que bautizó como Mueldo y ahora todas las pruebas recopiladas acaban de llevar a la jueza instructora a considerar que hay indicios suficientes como para procesar a todos los que fueron arrestados.

Considera que la magistrada del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de La Almunia que Bernardo F. H. y Dolores H. G. fueron las personas que encargaron a David P. M. matar a la víctima "o hacerle el mayor daño posible". Para ello, otros dos jóvenes, según la investigación, Jesús B. M. y Luis Carlos B. B. realizaron las vigilancias de la víctima, siendo el último el encargado de llevar al sicario a comprar los efectos necesarios para llevar a cabo la agresión e incluso conseguir el ácido con el que tenían pensado inicialmente agredir a la víctima.

De lo investigado se desprende que María Ángeles R. G. condujo el vehículo que trasladó a La Muela a la ideóloga de la investigación, Dolores H. G., a Epifanio J. H. y al joven contratado para llevar a cabo el crimen. Le esperaron luego para ayudarle en su huida, si bien al ver que unos vecinos salieron a socorrer a la víctima, estos huyeron del lugar sin esperar a que David P. M. se subiera al vehículo. Dejarle tirado fue su sentencia porque la Guardia Civil consiguió llegar a ellos y ahora pueden afrontar hasta 15 años de cárcel, que es el máximo que el Código Penal establece para la tentativa de asesinato.

Los agentes tenían al agresor y la pata de madera. El arrestado, con una condena de cuatro años suspendida, admitió no solo los hechos, sino que su teléfono permitió dar con Ricardo F. H., alias Richard, encarcelado en Montpellier (Francia) y que le ofreció dinero por "realizar una cosa fácil y buena, un asunto personal". Su abuela Dolores le diría el resto. Aceptó el trato que intentó llevar a cabo sin éxito y con todos ahora en el banquillo.