La agresión a un policía nacional en el interior de un autobús urbano de Zaragoza no fue un delito de odio. La abogada del agente herido así lo solicitó tanto a la jueza instructora como ahora a la Audiencia Provincial de Zaragoza y en ambas ocasiones ha sido rechazada la imputación por la que Bilal M. se hubiera enfrentado a 12 años de prisión. Se sentará en el banquillo por lesiones, atentado y amenazas.

El tribunal provincial señala que el hecho de pertenecer a un determinado cuerpo de policía "no puede suscitar sentimiento de odio por motivos fascistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión, creencias, situación familiar o pertenencia a etnia, raza, nación, origen nacional, sexo, orientación, identidad sexual, género, enfermedad o discapacidad, por mucho que se pretenda argumentar lo contrario". Sí tienen en cuenta los magistrados el hecho de que el agresor, defendido por Claudia Melguizo, le espetara al inspector de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que iba a violar a su madre y a cortarle la cabeza, pero entiende que esto constituye un delito de amenazas.

Con esta decisión judicial, la abogada de la víctima, Pilar Sangorrín, tendrá que reformular su solicitud de condenas, si bien es probable que se ajuste a la petición de la Fiscalía Provincial de Zaragoza y del sindicado Jupol, personado a través del abogado Marco Antonio Navarro, quienes solicitaron penas de 5 y 6 años de prisión, respectivamente, para el argelino.

Bilal M. será juzgado por unos hechos que se remontan a las 04.30 horas del 17 de octubre del pasado año en el interior de un autobús urbano de la línea 32. Allí coincidieron los dos. Entonces, según la investigación policial, el agente pidió al acusado hasta en dos ocasiones que hiciera uso de la mascarilla, respondiendo este con expresiones tales como «vete a tomar por culo» o «vete a la mierda». Ante ello, el inspector sacó su placa y carnet profesional y le pidió una tercera vez que se pusiera el tapabocas. La reacción fue agresiva, comenzando a grabar con su teléfono móvil y gritando al inspector expresiones como: «Pégame, pégame ahora».

De repente, tomó impulso desde las barras del autobús próximas a él y de forma inopinada propinó al policía nacional una fuerte patada en el pecho que provocó que cayera de espaldas sobre unos asientos que se encontraban detrás. Sin poder defenderse le propinó varios puñetazos en el rostro para, seguidamente, huir del lugar de los hechos. Fue detenido en Alicante el 25 de octubre.

Como consecuencia, le rompió el menisco, le fracturó el hueso malar, le provocó un traumatismo facial y una úlcera corneal.