"Existen indicios suficientes que permiten afirmar que Xavi Jiménez participó de forma activa en la comisión del delito de asesinato de Helena Jubany". Con esta contundencia se expresa tras tomar declaración a Jiménez este viernes el juez que ha reabierto el crimen de la bibliotecaria de 27 años asesinada la madrugada del 2 de diciembre de 2001. En el mismo texto jurídico en el que el instructor ha decidido dejar en libertad a Jiménez –con la obligación de comparecer mensualmente y tras retirar su pasaporte y prohibir que salga de España–, se enumeran tales indicios.

Los anónimos

Helena Jubany recibió dos anónimos poco antes de ser asesinada (el 17 de septiembre de 2001 y el 9 de octubre de 2001). La Policía Nacional considera que el autor de estos anónimos es Jiménez. Ambos anónimos iban acompañados de refrescos: una horchata y un zumo de naranja. El juez señala en su auto que Jiménez sabía que Jubany adoraba la horchata porque había tomado ese refresco con ella en ocasiones anteriores.

Primer anónimo, imagen cedida por su hermano, Joan Jubany.

El segundo anónimo fue entregado en casa de Helena un día en el que no consta que Jiménez, entonces empleado en la Diputació de Barcelona, acudiera a su lugar de trabajo.

El contenido de los anónimos detallaba pistas, como que su autor quería estudiar inglés o que deseaba coincidir con Jubany en otra excursión con ella de la Unió Excursionista de Sabadell (UES), hicieron sospechar a Helana que Jiménez podría estar detrás de los mismos y así se lo contó a una amiga. Tanto Jubany como Jiménez eran miembros de la UES y el segundo se enamoró de ella y trató de seducirla sin éxito, un intento que generó el distanciamiento entre ambos, tal y como el imputado ha reconocido este viernes y el juez destaca en el auto.

Existe un vínculo claro entre los anónimos y el asesinato de Helena dado que en los refrescos que incluían se hallaron restos de benzodiazepina, el mismo somnífero que se encontró en en cadáver de la víctima y que se usó para sedarla y arrojarla inconsciente desde la azotea del edificio de la calle de Calvet d'Estrella de Sabadell.

Segundo anónimo.

Jiménez, además, conocía el lugar en el que residía Jubany, que se había instalado desde hacía poco en Sabadell. Y el contenido de los anónimos coincide con el de correos electrónicos que Jiménez envió a Jubany y en los que también se refería a las excursiones de la UES y a su intención de estudiar inglés.

Jiménez declaró en 2001 que el día que se pierde el rastro de Jubany se encontraba con su amigo de la UES Jaume Sanllehí y después se marchó a dormir a casa de su padre. Sanllehí, no obstante, no contó lo mismo y después rectificó su declaración para encajarla con la de Jiménez. Sin embargo, la familia Jubany afirma haber contactado con un amigo de Sanllehí que sostiene que estuvo con él y no con Jiménez esa tarde. El padre de Jiménez actualmente sufre de senilidad y no puede confirmar que esa noche durmiera con su hijo. Jiménez no es capaz de demostrar dónde estuvo el día que desapareció Jubany.