Después de rodar la estimulante película En compañía de extraños y aportar un lucido granito de arena a la irregular serie Philip K. Dick's Electric Dream, David Farr se mete en camisas de once varas intentando convertir la cinta Hanna (que él mismo había escrito) en una serie de duración aceptable (ocho episodios) para las insaciables tragaderas de Amazon en esta agotadora carrera para ver quién produce más títulos en plan ametralladora. La propuesta de Joe Wright, un director que tuvo unos comienzos irresistibles con Orgullo y prejuicio y Expiación para ir luego diluyéndose con títulos cada vez más irrelevantes, contaba en 2011 con una pujante Saoirse Ronan y dos valores seguros como Eric Bana, Cate Blanchett para trabajarse el género de espías con modos alejados de las modas más recientes.

Visualmente ruda, dramáticamente agria y con una acción ajustada a la medida de la protagonista para que fuera convincente y no una mera variante de James Bond o Bourne en clave femenina, Hanna dejaba en el aire muchas opciones que podían cristalizar en una serie más extensa y poliédrica.

Y la cosa funciona. Al menos, en su contundente arranque. El primer episodio tiene lo que hay que tener para enganchar. Lo primero, personalidad. La directora, Sarah Adina Smith, no se conforma con ensamblar planos correctos y asépticos para cumplir con el expediente. Sabe presentar a los personajes, rueda las escenas de acción sin planos calientes y acierta a cambiar de velocidad sin dar tumbos. El planteamiento es seco, emocionante y, aunque maneja ingredientes que podían invocar el sentimentalismo, resulta acongojante e inquieta. Esos padres que huyen con su bebé perseguidos por los malvados (sobre todo la ya hipnótica villana), ese zarpazo que lo cambia todo. En cuarta para poner a prueba el motor y quemar rueda sobre hielo. Luego, el frenazo: el bebé ha crecido y se ha convertido en una adolescente que solo conoce el mundo que la rodea, un bosque, un refugio más que rústico, ese padre que la enseña a pelear, a disparar. A matar sin contemplaciones. Que le mete en la cabeza una idea que puede impedir que se la corten: desconfía de todos. Porque hay alguien ahí fuera que quiere matarla. Alguien muy poderoso y brutal.

La chica, que va descubriendo poco a poco que su naturaleza, empieza a sentir unos deseos desbocados por saber qué hay más allá de esos árboles marcados en rojo por su padre. Y los traspasa, claro. Y conoce a un chico que le da a probar un dulce. Y le sale la vena violenta de mujer salvaje, literalmente. Pero el virus ya está inoculado y la serie mete la quinta de nuevo, y esta vez en serio. Vemos a la muchacha en acción y ya no nos queda duda alguna de que es una buena alumna: capaz de degollar a un enemigo sin miramientos y de tender una trampa al resto para que su padre pueda huir. A ver qué pasa con los siguientes episodios pero la expectación está bien servida: Hanna en el mundo moderno, una fiera de rostro dulce suelta por las calles. Amazon presentó el primer episodio en la Super Bowl y el resto llegará en marzo. Esto promete.