Con veintipocos años, Marta Etura fue la estrella emergente de la Berlinale de 2006; hoy, la donostiarra es dueña de un Goya, aunque podría haber ganado tres o cuatro más. Y, sin duda, habrá que tenerla en cuenta para la próxima edición por su trabajo en Ofrenda a la tormenta, donde se desnuda emocionalmente por completo.

La película, tercera entrega de la Trilogía del Baztán, se salta el paso por las salas de cine a causa del coronavirus y se estrena hoy viernes en Netflix, como otras grandes producciones ( La red avispa, Frozen II o Emma). La actriz gallega Marta Larralde también está en el reparto.

Etura habla con Efe desde su casa, donde aprovecha cada minuto que tiene para estar con su familia; tras su protagonista de la Trilogía del Baztán, la primera gran serie literaria española trasladada al cine, la actriz ha quedado agotada.

Y no sólo físicamente, porque se rodaron las dos últimas entregas a la vez, con momentos en los que pasaba de una persecución en coche a una escena íntima o a llorar a mares por la muerte de alguien, todo en el mismo día, sino por la intensidad de las situaciones interpretadas.

"Pero es que la novela es así, es como una ópera o una tragedia griega", apunta Etura. "Fue muy duro y con unas condiciones climatológicas tremendas, además de dormir muy poco". Al menos tenía con ella a su niña y, aunque ya estaba dormida en la cuna cuando ella llegaba del rodaje, "verla, olerla" le reconfortaba de sobra tras el trabajo.

Respeto al original

Ofrenda a la tormenta, como pasó en Legado en los huesos y El guardián invisible, respeta al máximo el texto de Dolores Redondo, en este caso para transmitir la enorme vulnerabilidad de la fuerte inspectora Amaia Salazar, su terror a comprobar que, como sólo ella cree, su madre no ha muerto, y lo que eso significa, y lo cada vez más difícil que le resulta compaginar trabajo y familia.