El toque mágico de Manolo Caro tras la cámara y la brillantez de un elenco intergeneracional e intercultural liderado por Carmen Maura y Cecilia Suárez configuran Alguien tiene que morir, un relato vivo sobre la homofobia, el choque de culturas y la desigualdad de clases en la conservadora España de los años 50 que hoy se estrena en la plataforma Netflix.

Alguien tiene que morir era una de las series más esperadas del año. La expectación ante el primer drama del director mexicano Manolo Caro, que venía de sorprender con su humor en La casa de las flores, era grande, y más cuando se confirmaba el gran reparto que daría vida a las familias protagonistas de la ficción. Carmen Maura, Cecilia Suárez, Ernesto Alterio, Alejandro Speitzer, Ester Expósito, el galardonado bailarín mexicano Isaac Hernández, Carlos Cuevas, Pilar Castro y Mariola Fuentes conforman un elenco del que la propia Maura habla maravillas: "Fue una gozada el reparto. Está genial. Todos están en sus papeles tan bien y tan creíbles".

No solo el apartado de la interpretación está asegurado sino que Caro también ha sabido rodearse, tras las cámaras, de un equipo de excepción con la clarividencia de Carla Notari en la dirección artística; la calidad musical de Lucas Vidal-ganador de un Emmy y dos Premios Goya- y el gusto de Paola Torres en el diseño de vestuario.

Todos estos ingredientes y una gran historia, que va a tocar los puntos débiles de una sociedad que no ha cambiado tanto en todo este tiempo, configuran Alguien tiene que morir, un proyecto al que la ganadora de cuatro premios Goya, Maura, se apuntó desde primera hora. "Trabajar con Manolo me hacía mucha ilusión y habría hecho lo que me hubiera propuesto hacer, me daba igual si era drama o comedia", asegura.

En este caso se trata de un drama en el que interpreta a Amparo, una abuela de clase acomodada con mucha "mala leche" a la que no le hace ninguna gracia ver que su nieto Gabino (Speitzer), que vuelve a España tras una década en México, regresa a casa acompañado de un bailarín (Hernández) con el que podría mantener una relación. El tratamiento de la homosexualidad en aquella España así como el choque de culturas son los dos pilares sobre los que se asienta la ficción, que busca, según Caro, "que las nuevas generaciones tengan acceso a parte de la historia que no debemos olvidar".