El Tour de Francia se ha tenido que adaptar a contrarreloj a una nueva realidad, la del Covid-19, que en los últimos meses ha condicionado a todos los sectores de la sociedad y con especial incidencia al deporte. Las mayores competiciones del mundo han tenido que reestructurarse y en muchas ocasiones incluso cancelarse. La Grande Boucle, en cualquier caso, ha sobrevivido a la pandemia y con una serie de medidas especiales podrá mantener la línea correspondiente a 2020 en su palmarés.

Quizá el punto más estricto del nuevo protocolo Covid-19 del Tour de Francia es el hecho de que en caso de que dos ciclistas o miembros del 'staff' de un mismo equipo den positivo en el test del coronavirus o manifiesten síntomas relevantes, toda la formación será descalificada de la carrera ciclista por etapas más grande del planeta.

Obviamente, cualquier positivo sería automáticamente retirado de la carrera, pero dicha repetición en una misma escuadra supondría la retirada automática de todos sus compañeros.

Los oficiales de carrera tendrán este año una importante función añadida a su cometido habitual y es el de hacer de rastreadores de contactos en caso de que alguien relacionado con cualquiera de los participantes pueda dar positivo en la temida enfermedad.

Además, las nuevas normas sanitarias configuran un plan de trabajo en el que ASO, la organizadora de la carrera, establece varias prioridades y se encarga de que todos los equipos puedan cumplirlas con igual facilidad.

La primera de estas es el establecimiento de 'burbujas', grupos reducidos de convivencia que reducirán en la presente edición todo el séquito que mueve el Tour por las carreteras francesas durante tres semanas, con el fin de "salvaguardar la salud de los ciclistas para que el evento pueda realizarse con normalidad". Esto, por ejemplo, conlleva que el contacto con el público quede prácticamente eliminado. No habrá selfies de los ciclistas con la afición, ni autógrafos, tratando de reducir al mínimo la exposición de los participantes.

En cuanto a la revisión de la salud de los competidores, todos ellos se someterán a dos controles previos al inicio de la carrera, pudiendo ser reemplazados en caso de dar positivo. También habrá test PCR en las dos jornadas de descanso. Y los médicos de cada equipo estarán obligados a revisar cada día la salud de todos los ciclistas y el personal médico, detectando posibles síntomas.

Las nuevas normas también establecen la obligatoriedad de utilizar mascarillas por parte de todos los integrantes de la caravana ciclista antes y después de cada etapa, incluyendo a los coches de equipo y cualquier otro trabajador en el entorno de la carrera. Afición y medios de comunicación también tendrán esta obligación.

Todas las ruedas de prensa se producirán online, y en las entrevistas personalizadas, se establecerá una zona mixta de competidores y periodistas en la que deberán respetarse las medidas establecidas de distanciamiento social.

Por último, los hoteles en los que se alojan los competidores y trabajadores deberán cumplir una serie de requisitos especiales, entre los que se establece el hecho de reservar una planta para cada equipo y efectuar controles para el acceso a las zonas restringidas del alojamiento.