El inicio de la ronda francesa
El Tour se estrena con una locura de esprint y muchos candidatos a vestirse de amarillo
Jonathan Milan encabeza la larga lista de velocistas afinados que quieren convertirse este sábado en Lille en el primer líder de la prueba

El podio de Lille, que se acaba de montar este viernes, donde se recogerá el primer jersey amarillo del Tour. / Sergi López-Egea

Con su metro noventa y tres y los 84 kilos de piel, hueso y músculo Jonathan Milan también se podría ganar la vida como modelo aparte de ciclista. Se le considera uno de los ciclistas más rápidos del pelotón, el joven italiano de 24 años que quiere doctorarse como velocista en el Tour, que nunca ha corrido, más allá de las fronteras de su país y la fama adquirida en el Giro. Este sábado puede ser el primer jersey amarillo de la ronda francesa.
Si se contempla la larga avenida que lleva hasta la meta de la primera etapa, sólo se puede adivinar un esprint de aúpa, con la bici lanzada a 60 kilómetros por hora, la cabeza agachada, a olvidarse del freno y a rezar para que nadie se dé un castañazo, que el Tour sólo ha hecho que empezar y no está el horno para caídas. Se sale y se llega a Lille, aunque se da un rodeo de 185 kilómetros para que los habitantes del norte de Francia y los vecinos de la Bélgica flamenca disfruten del estreno del Tour, sabedores de que el primer día Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, al igual que el resto de sus enemigos, correrán en la retaguardia, con cierta tranquilidad y a buscar el brillo para más adelante, con 21 etapas en el menú de la carrera.

La primera etapa. / LE TOUR
Lille seguía respirando este viernes aroma de Tour. Los empleados de la carrera reforzados por trabajadores municipales montaban las zonas de salida y meta, muy cerca la una de la otra, rodeadas por un canal y un parque donde los vecinos corren o pasean. Y los ciclistas aprovechaban el entrenamiento matutino para contemplar la recta que los llevará hasta el fin de la primera etapa, territorio de velocistas, esprint a la vista, y candidatos a doquier, encabezados por Milan, con el sueño de vestir la primera casaca amarilla.
Los otros favoritos
Porque Milan no es el único. Aparece un chaval espigado, el gran representante de la África negra, que triunfa sin complejo en un ciclismo que hasta hace poco no los tenía como estrellas. Birmay Girmay ha sido el primer corredor de raza negra que ganaba un esprint, primero en el Giro y luego en el Tour. Tiene 25 años y en el último Tour no sólo se impuso en tres etapas, sino que se llevó el premio final de la regularidad, el que obsequia con vestir el jersey verde.

Jonathan Milan, en su victoria en el Dauphiné / LIDL-TREK
En los esprints del Tour siempre hay un corredor belga, aunque en este caso sean dos y hasta tres si se incluye al polivalente Wout van Aert. Tim Merlier y Jasper Philipsen, el gran amigo de Pogacar, también tienen boletos para ganar la primera etapa. Ambos ya han saboreado la victoria en la Grande Boucle.
Y si al igual que a Van Aert conviene incluir por si acaso a Mathieu van der Poel y con ellos la lista de candidatos al primer jersey amarillo se lanza hacia el infinito y más allá, en un catálogo en el que también tiene que figurar el neerlandés Dylan Groenewegen, con fama de ciclista peligroso, y otros especialistas que, aun estando en la segunda fila de las apuestas, deben inscribirse aunque tengan pocas acciones para conseguir el amarillo como son los casos del alemán Phil Bauhaus y los franceses Arnaud Démare y Bryan Coquard.

Biniam Girmay, en la Ópera de Lille. / LE TOUR
Para todos los gustos, aunque si Milan brilla con todo el poderío quizá sólo Philipsen y Girmay se vean con ganas de poner la victoria muy difícil al italiano. Nervios por todos lados, una locura de llegada, demasiado candidato y mucha recompensa en amarillo para un Tour que ha aparcado un inicio cronometrado y que ha evitado cuestas complicadas que partan al pelotón y dificulten el esprint como sucedió en los estrenos del año pasado en Italia y hace dos en Bilbao.
Por esta razón, la zona de seguridad se ampliará este viernes a los cinco kilómetros, en vez de los tres tradicionales, con el fin de que sólo los locos del esprint y los lanzadores se enfrasquen en la pelea final con el resto de las figuras pedaleando en la barrera protectora del Tour.

Una flecha, en Lille, conduce hasta la llegada de la primera etapa. / Sergi López-Egea
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