'DOOM Eternal', es decir, la secuela del 'DOOM' de 2016, calienta motores para su lanzamiento esta primavera: más concretamente el próximo 20 de marzo. Como aperitivo, la desarrolladora, Id Software, ha presentado en Madrid un anticipo de su consolidada jugabilidad, siempre acompañada de la parte lúdica puramente infernal de títulos previos. Tampoco dejamos sin pasar algunas de sus novedades, características que lo convierten en un título muy a tener en cuenta de cara a este año.
Una propuesta más estratégica, veloz e inteligente que sus predecesores; pero que no renuncia a la brutal diversión al más puro estilo de la marca. Los demonios han invadido el planeta tierra y solo temen la ira -y la infinidad de nuevas armas- de Doom Slayer. Con su nuevo traje de pretor, cuyas posibilidades de customización son casi infinitas, portando un arsenal de armas mejorado (no dejéis pasar el lanzallamas, la motosierra, la escopeta con gancho de carnicero y la espada crisol, entre otras) y con habilidades como el salto, el doble salto o la escalada, nuestro protagonista tendrá que verse con un ejército de seres más peligroso, imprevisible y más fuerte que nunca.
Cacodemonios, reaparecidos Revenant, flagelantes, zombis, se unen a nuevos enemigos que tratarán de ponernos las cosas muy difíciles. Porque este 'DOOM' tiene un nivel de dificultad notable. Como puedes imaginar, el modo pesadilla es solo accesible a los más experimentados. Y si el desarrollo de nuevos enemigos es uno de los puntos fuertes de 'Eternal', el juego, además, presume de mapas desmesurados, con infinidad de nuevas zonas, y un diseño de niveles en que la verticalidad ofrece la impresión de poder aportar mucho a la trama.
'DOOM Eternal' no renuncia ni un ápice al ritmo desenfrenado y se atreve a profundizar en la historia mucho más que ninguno de sus antecesores. Es hora de destrozar y lo podremos hacer con una calidad gráfica sobresaliente, que, sobre todo, aporta feliz vida a la febril cadencia de secuencias de acción. De momento nos deja con hambre de más. Mucho más.
