Desde creaciones que van desde explosiones de color y brillo hasta un homenaje a la sastrería castiza de Madrid, Paloma Suárez y Félix Ramiro han puesto con sus desfiles el broche final a la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid en una edición que ha vuelto a acercar los desfiles presenciales a las pasarelas.

Desde que la diseñadora Paloma Suárez fundara su firma en 2015, tras graduarse en moda y lanzase su primera colección “pintada a mano porque ni siquiera tenía dinero para comprar telas”, han pasado, además de seis años, doce ediciones siendo una marca fija en el “showroom” de Mercedes-Benz fashion Week Madrid.

Un espacio que según explica a Efe ha “ayudado enormemente” a consolidar su firma, además de ser testigo de su evolución como diseñadora hasta esta edición, en la que da el salto a la pasarela oficial en el marco de los desfiles “Off. En un palacete del siglo XV ha presentado la colección “Believe”, un tributo a todos aquellos que han creído en la firma y la han visto crecer.

“Era el término perfecto para definir lo que había hecho que llegara donde estoy. Es un agradecimiento a los que me han ayudado a creer y conseguir objetivos, a veces más grandes y otras más pequeños”, desgrana la diseñadora, que presenta una colección de carácter anual, englobando prendas de primavera-verano y también de otoño-invierno.

En diecisiete salidas, Paloma Suárez vuelca sobre la pasarela un universo de colores y brillos, un sello de la firma al que es fiel. “Obviamente intento estar al día del ritmo de las tendencias en la calle, pero mantengo mi identidad, sin contaminarme excesivamente”, explica.

En una paleta de colores que comprende “el espectro de luz casi al completo en distintas gamas”, prendas en sedas naturales, organzas, tules, tejidos metalizados y “glitter” se adueñan de la pasarela incorporando como novedad tejidos en denim, que según detalla extrae de vaqueros en desuso para emplear en la setentera técnica del “patchwork”.

“Me gusta que mucha gente pueda identificarse con la firma así que hay una gran variedad de siluetas. Juego a distintos conceptos que unifico a través de los colores y tejidos”, dice sobre los patrones de “Believe”, que van desde exagerados volúmenes hasta siluetas limpias y rectas y “total looks” compuestos por pantalones sastre, chalecos y abrigos.

Destacan los hombros marcados y definidos, un punto que “si se equilibra da como resultado siluetas duras y esbeltas”, y cuyo patronaje se cuida en esta colección, la segunda mixta de la diseñadora. “Tras sacar dos ‘looks’ de hombre la pasada colección vimos que había funcionado, así que ahora estamos potenciándolo”, explica.

De explosiones en color y volúmenes a un paseo por el Madrid de los años 20 de la mano de Félix Ramiro. El diseñador pone el broche final a esta edición de la pasarela madrileña desde el corazón de la capital, el Mercado de la Paz, en el que modelos ataviados con su sastrería interactúan entre los puestos abiertos del mercado.

“La colección está inspirada en el Madrid de los años 20, donde el hombre iba muy bien coordinado: utilizaba complementos como sombrero, guantes, paraguas… cosas que por desgracia se están perdiendo en la moda de hombre en la actualidad”, explica Ramiro a Efe, que utiliza el ambiente madrileño de comienzo de siglo pasado como caldo de cultivo para su inspiración.

El resultado son más de treinta salidas en las que convergen algodones orgánicos con lanas frías, sedas, algodones, linos y tejidos naturales, sobre los que se imprimen rayas coloridas, cuadros, rayas diplomáticas y cortes geométricos. “La colección tiene un hilo conductor, pero es muy a mi manera”, explica.

En patrones de líneas rectas y puras que cuidan los pespuntes de hilos gruesos y puntadas largas, Ramiro homenajea también su infancia, génesis de su pasión por la sastrería, oficio al que lleva más de tres décadas consagrado.

“De niño me divertía en el taller de sastrería de mi tío, allí veía la importancia de la artesanía y del cuidado de cada puntada”, dice el diseñador, que plasma ahora este saber hacer en su colección “Sastrería 20-50”, en una puesta en escena orquestada por Poty Castillo desde el centro de Madrid, clausurando así la última edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.