Pese a que cada vez está más extendido el uso de libros electrónicas, los libros de papel siguen ocupando un gran espacio en las estanterías de nuestras casas. Sin embargo, con el tiempo, estos ejemplares pueden llegar a deteriorarse si no se pone especial atención en su limpieza y cuidado.

Y es que los libros acumulan polvo como cualquier otro elemento que tengamos apilado o en las estanterías de casa. Puede que de forma rutinaria elimines el polvo de esos estantes, pero seguro que no tan a menudo te tomas el tiempo para limpiar todos y cada uno de tus libros. Por ello, te aconsejamos que hagas hueco en tu agenda y sigas los siguientes consejos para quitar el polvo de los libros y dejarlos como recién comprados.

Lo primero que tienes que tener en cuenta es que los libros no se pueden limpiar con un trapo húmedo, ya que, de hacerlo, tendrás más posibilidades de que aparezcan manchas de moho. Para evitar esta tragedia, la forma ideal de eliminar el polvo de los libros es empleando un paño electrostático. Con una sola pasada y frotando ligeramente la cubierta, podrás deshacerte de la mayor parte de la suciedad.

Para las páginas usamos en su lugar un cepillo de dientes de cerdas suaves o incluso un cepillo pequeño para el pelo, haciendo movimientos que sigan la dirección desde la unión hacia el exterior. Eso sí, a la hora de hacerlo, ten el libro cerrado ya que, si limpias las hojas con el ejemplar abierto, solo conseguirás que el polvo se cuele entre las hojas y además puedes doblar las páginas con las cerdas del cepillo.

¿Cómo conservar el buen estado de los libros?

Con estas precauciones podremos eliminar el polvo de nuestros libros sin correr el riesgo de arruinar la cubierta o su interior. De todos modos, hay que tomar ciertas precauciones para conservar bien los libros, como no tenerlos en un estante en el que les dé mucho el sol ya que se pueden acabar deteriorando y, lo que es peor, que la portada y las páginas se amarilleen.

Los sitios húmedos y los libros tampoco se llevan muy bien. La humedad excesiva, además de producir moho, puede alterar la tinta. Esto puede llegar a provocar que las páginas se afeen e incluso imposibilitar la lectura de las mismas.

Pero el calor tampoco le viene bien a los libros ya que, si se ponen muy cerca de una estufa, por ejemplo, pueden sufrir por el problema opuesto al anterior: la falta de humedad. Además, las hojas pueden secarse demasiado y tornarse demasiado quebradizas.