Robbie Williams, uno de los solistas de mayor éxito mundial, vuelve con su primer álbum de pop en cuatro años para recuperar el tiempo perdido y reivindicarse como genio del espectáculo, aunque "sin la necesidad de antaño de vencerse a sí mismo". "Llegó un momento en mi carrera en el que el lugar que ocupaban mis discos en las listas de ventas me preocupaba de una forma neurótica", reconoce el músico, que se declara "ambicioso, probablemente más que nunca", y apostilla: "Quiero ser el mejor, ser tan grande y durante tanto tiempo como sea posible". Tras cambiar de discográfica, su nueva apuesta para conseguirlo se llama The heavy entertainment show (Sony Music), un título que alude a sus inicios en solitario, cuando, tras abandonar Take That, lanzó el álbum Life thru a lens (1997). "En mi pasaporte, en el apartado de profesión, antes que compositor o cantante, pone artista", afirma Williams, que rechaza el término "divo". "Para mí esa palabra se refiere a alguien con un rango vocal incomparable", señala.